Rafael García señaló en sus Datos cronológicos para la historia de la M. N., M. L. y F. ciudad de Borja, que “en 1788, se mandó grabar el escudo de la ciudad para poderlo poner en sus escritos y se imprimió por primera vez en unas conclusiones que fray Justo de la Concepción, agustino descalzo, hijo del secretario D. Julián Vélez, dedicó a la ciudad”.
No conocemos ningún ejemplar de esa obra, aunque del citado fraile agustino existen otras dos. Una de ellas es la Oración fúnebre pronunciada con ocasión de las exequias que se celebraron en Borja, tras el fallecimiento de Carlos III, que fue publicada en Madrid, en 1789. La otra es el sermón que se le encargó con motivo de la “renovación y purificación” de la iglesia del convento de agustinos de nuestra ciudad, tras la Guerra de la Independencia, impreso en Zaragoza en 1815.
Ninguna de ellas hemos podido adquirirlas, todavía, pero sí hemos conseguido el grabado de esas primeras armas que fue realizado por Mateo González, el más importante grabador zaragozano del último tercio del siglo XVIII, según el dibujo realizado por el pintor borjano Buenaventura Salesa, académico de San Fernando, perteneciente a una dinastía de artistas de nuestra ciudad.
Se trata de una obra de gran belleza, aunque no se ajuste demasiado a las leyes de la Heráldica, al distribuir las diferentes piezas de forma bastante peculiar. El castillo, entre leones, está tomado de las que aparecen en la fachada de la Casa Consistorial. Al pie del mismo aparece la vaca con campanilla, mientras que el león y la flor de lis que concedió a la ciudad Felipe V se ubican, de manera un tanto sorprendente sobre el castillo. En una cartela, dispuesta en torno a la corona real que las timbra, puede leerse “La muy ilustre, noble, leal y saqueada por ser siempre fidelísima ciudad de Borja”.
No fue este el único trabajo realizado conjuntamente por Buenaventura Salesa y Mateo González, ya que también imprimieron el sello del cabildo de la colegial de Santa María, al que haremos referencia en otro artículo.
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