Hoy
jueves, se celebra en algunos lugares la solemnidad del Corpus Christi como era
tradicional. “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves
Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. Sin embargo, al haber dejado
de ser fiesta laboral, en la mayor parte de España se ha trasladado al próximo
domingo, como ocurre en nuestra ciudad.
Precisamente,
en el último número de Cuadernos de
Estudios Borjanos se incluye un artículo de D. Alberto Aguilera Hernández
sobre la procesión del Corpus Christi en Borja que, sin lugar a dudas, era la
más importante del año litúrgico.
En
el trabajo se analiza detalladamente su evolución, a partir de la documentación
conservada, aunque hemos de señalar que las fuentes no son demasiado explícitas
a la hora de reflejar aspectos concretos, ni tampoco conservamos muchas
imágenes de la misma.
Lo que sí sabemos es
que, en ella, participaban todas las cofradías con sus pendones, así como las
cruces de las distintas iglesias y comunidades religiosas, planteando con
frecuencia problemas a la hora de establecer el orden en el que debían
desfilar.
También
figuraban en la comitiva diversas peanas con los bustos o “cabezas” de diversos
santos que, a lo largo del tiempo, fueron sufriendo diversas modificaciones de
acuerdo con las devociones propias de cada momento.
Eran
peanas muy sencillas y resulta especialmente llamativa la forma en que, a
comienzos del siglo XX, era llevada la imagen de la Virgen de la Peana que,
años más tarde, se convirtió en Patrona de la ciudad.
Una
de las características del desfile eran las tres paradas que realizaba en la
plaza del Mercado, la plaza del Olmo y la de San Francisco, donde se situaban
estrados adornados con flores y desde los que se impartía la bendición con el
Santísimo. Esta costumbre fue, poco a poco, perdiéndose, así como la entregar
unos pequeños ramos a las autoridades que asistían a la procesión.
De
hecho, muy poco queda de la brillantez de antaño, cuando la custodia era
portada en una peana, bajo palio, portada exclusivamente por sacerdotes (había
entonces un buen número de ellos en nuestra ciudad) y escoltada por la Guardia
Civil en traje de gala.
Cuando
fue creada, a finales del siglo XIX, abría la procesión la comparsa de gigantes
y cabezudos, costumbre que también se ha perdido. En los últimos años y ante la
decadencia experimentada, no han faltado voces que plantean la posibilidad de
recuperar alguna de estas tradiciones, algo que no resulta demasiado sencillo
en las circunstancias actuales.
Finalmente,
hay que señalar que las referencias citadas corresponden a la procesión que
organizaba la colegiata de Santa María, pues la parroquia de San Bartolomé e,
incluso, los conventos, también celebraban el Corpus, aunque en fechas
diferentes.
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