En
el mismo número de Archivo de Filología
Aragonesa al que nos hemos referido en días anteriores aparece un artículo
del investigador bilbilitano Antonio Sánchez Portero, con el título “El poeta latino de
Calatayud Antonio Serón”, en el que relata la peripecia vital de este singular
personaje que estuvo relacionado con Borja, a pesar de lo cual no dejamos
constancia del mismo en nuestro Diccionario
Biográfico, aunque sí aparece en el mismo, de manera indirecta. Merece la
pena, por lo tanto, subsanar esta omisión, a partir de los datos que hemos
podido recabar en el citado artículo.
Vista de Calatayud |
Antonio
Serón nació en Calatayud en 1512, siendo hijo de un sacerdote del mismo nombre
que ocupaba un destacado puesto eclesiástico en esa ciudad. Nada sabemos de su
madre, siendo el padre quien se ocupó de su educación, primero en su lugar de
nacimiento y, más tarde, en Valencia adonde lo envió su progenitor, para
librarlo de un precoz enamoramiento.
Universidad de Valencia |
Allí
prosiguió su formación en el Estudio General, con buenos maestros que le
permitieron consolidar su inclinación poética. Es probable que también
estudiara Teología, aunque las fuentes no son precisas en esta cuestión que es
básica para conocer el momento en el que fue ordenado sacerdote.
A
los 18 años, encontrándose todavía en la capital levantina, le llegó la noticia
del fallecimiento de su padre, el cual le había legado todos sus bienes. Pero,
ante la imposibilidad de hacerlo directamente, por tratarse de un hijo natural,
nombró como fideicomisarios a dos sacerdotes, Antonio Pérez y Antonio Calvo,
este último era además conocido jurisconsulto.
La
sorpresa surgió cuando al regresar a Calatayud, tras terminar sus estudios,
pudo comprobar que Antonio Calvo, faltando a la buena fe y a la palabra
empeñada, le había desposeído de la herencia, en favor de otras personas y, ni
tan siquiera, pudo volver a entrar en la casa paterna.
Vista de Argel |
A
pesar de recurrir a todos sus conocidos, nada pudo lograr y completamente
decepcionado, decidió abandonar España. En aquellos momentos, el emperador
Carlos V estaba alistando una flota para emprender la conquista de Argel. Sin
una base documental sólida se viene afirmando que Serón embarcó en la misma que,
como es sabido, terminó en desastre.
Turgut Reis |
Lo
único cierto es que, tras la tragedia, el poeta bilbilitano se encontraba
navegando en el Mediterráneo a bordo de una nave que fue capturada por el
corsario otomano Dragut (Turgut Reis). El barco pudo pertenecer a la derrotada
flota de Carlos V u otro que, circunstancialmente, navegara con destino
desconocido en aquellos momentos.
Mapa de Estambul |
En
cualquier caso, Serón fue hecho prisionero con el resto de tripulantes y
conducido a Estambul, donde fue vendido como esclavo. Según su propio relato,
lo compró un personaje llamado Arabelo, destinándole al servicio de Anarja, una
de sus siete esposas, la cual se enamoró perdidamente del cautivo que, en
aquellos momentos, tenía 30 años. Un día, visitando el gran templo de Santa
Sofía, convertido en mezquita, trabó contacto con un mercader veneciano,
alcanzando un acuerdo para fugarse en la nave. A pesar de los ruegos de Anarja
para evitarlo, pudo alcanzar su propósito y huir de la ciudad, algo realmente
complicado. Ateniéndonos a su versión, posteriormente visitó la corte
pontificia en Roma, desde donde regresó a España.
Colegiata de Santa María de Borja |
Fue
entonces, tras una fugaz visita a Calatayud, cuando vino a Borja donde ejerció
su ministerio sacerdotal, pues estaba ordenado aunque no conozcamos desde
cuándo. Aquí forjó amistades a las que dedicó alguno de sus poemas y,
probablemente, enseñó Retórica. Pero su creciente popularidad despertó también
envidias y recelos, hasta el punto de que una denuncia presentada ante el
obispo de Tarazona cambió definitivamente su suerte.
Todo
lo relacionado con este desgraciado suceso lo conocemos a través de sus propias
poesías en las que hace alusión al mismo de manera un tanto críptica. Al
parecer, fue un sacerdote borjano quien, alentado por el antiguo tutor de Serón
y apoyado en testimonios interesados, lo acusó de hechicero, impío y disoluto.
D. Juan López de Munébrega |
Ocupaba
entonces la sede turiasonense D. Juan González de Munébrega, recordado en Borja
por ser quien mandó construir el primer Via Crucis que existió en el Santuario
de Misericordia, lugar en el que descansó, en 1588, tras su regreso de Sevilla
adonde había viajado para reprimir un foco de protestantismo, en funciones de
inquisidor.
Preso
con duros grillos y atado con cadenas fue a parar en una cárcel oscura mientras
se sustanciaba el proceso. No conocemos el nombre del delator ni las
circunstancias concretas que motivaron las acusaciones, de las que se defiende
Serón en uno de sus poemas. “¿Cuándo aprendí yo la hechicería o los encantos
mágicos o las abracadabras o las brujerías de las hierbas?”. “Lejos de mí el
creer en brujerías y supersticiones y en ofender con ello a los cielos y el
Señor. Preferiría perder todos mis sentidos y la misma vida, e incluso
sepultarme en el infierno antes que perder mi asentimiento a los misterios
revelados, antes que delinquir en mi fe”. Y, respecto a la tercera acusación
afirma: “¿Cuándo me he acercado yo a las matronas, o he corrompido a doncella
alguna? Las mujeres no se logran con poema, sino con oro… Y yo soy pobre, muy
pobre”.
Es
cierto que en toda su poesía está presente el nombre de Cintia que,
probablemente, es un recuerdo de su amor adolescente convertido en musa del
poeta, sin que ello implique una realidad concreta. Algo que, a juicio de José
Guillén, escapaba a la simplicidad de juicio y a la infantilidad de
entendederas del sacerdote acusado, que era incapaz de captar el lenguaje
figurado del autor.
Lauda sepulcral de D. Carlos Muñoz Serrano |
Ante
las dilaciones de la causa y las penosas condiciones de su prisión, Serón
recurrió a dos personajes relacionados con Borja, Miguel Pérez de Coloma
Calvillo y Carlos Muñoz Serrano. El primero era nieto de Juan de Coloma y
ocupaba el cargo de arcediano de Tortosa en aquellos momentos. El segundo, era
el hijo de una doncella borjana, seducida por un clérigo turiasonense, en cuya
casa servía; durante el encarcelamiento de Serón era canónigo de Tarazona y,
más tarde, llegaría a ser obispo de Barbastro. A los dos les pide que
intercedan ante el obispo para que le libre de sus cadenas. La imagen que nos
ofrece del prelado es estremecedora: “Empapado de vino el pectoral, jura por el
cielo ¡Qué vergüenza!, y blande fatalmente su puño amenazador”.
Finalmente,
es condenado a destierro. No es una pena excesivamente dura y el la atribuye a
su pobreza. Sin embargo, abandonar la tierra en la que ha forjado amistades
siempre es penoso.
Aunque
siempre estará presente en su memoria el recuerdo de su Calatayud natal y el
nombre de su desleal tutor, al que considera causante de todas sus desgracias,
es nuestra ciudad lo que deja atrás. “Por ti nuestro Apolo abandonó Belsimo
(sic) y sus habitantes y las casas de Borja tan queridas por mí”, afirma en su
silva V. En aquellos tiempos se asociaba el nombre de la antigua ciudad de Belsinon con el de Borja, pues no sería
hasta el siglo XIX cuando los investigadores la identificaron con Bursao.
En
la misma composición poética alude a los amigos que deja aquí: el farmacéutico
Carlos Obanos; el diácono Pedro Valsorga; “ambos Bricios”; y el anciano juez
Aguilar, así como “una inmensa multitud de ancianos y de jóvenes a cuyos hijos
indómitos educó mi mano y los convirtió de fieros en humildes con la crepitante
palmeta”.
Pero
no son esos los únicos borjanos a los que tuvo presentes en sus obras. También
dedicó alguna de ellas a su entrañable amigo Diego Francés, que lo quiso
retener y lloró amargamente en su partida; el médico Pedro Loarri; el
presbítero Armillas y Pedro Suera son otros de los destinatarios de sus poemas.
Todos
ellos son figuras destacadas de la sociedad local de aquel momento, de los que
apenas tenemos datos e, incluso, en algunos casos hemos confundido con otros
homónimos, como ocurre con Pedro Valsorga que, en los poemas de Serón, es
citado como “subdiácono” y como “diácono”, al que en nuestro Diccionario Biográfico relacionamos con
otro ilustre borjano, D. Pedro Miguel Valsorga Navarro, que llegó a ser obispo
auxiliar de Huesca en 1635 que no pudo ser el mismo, por razones cronológicas,
aunque estuvieran emparentados.
Catedral de Tuy |
De
Borja partió Serón en dirección a Tortosa, donde quedó bajo la protección de su
amigo el arcediano. Desde allí visitó Valencia, antes de marchar a Tuy, en el
otro extremo peninsular, tras recorrer numerosas localidades. Allí fue muy bien
acogido y pudo ejercer la docencia durante un largo período de tiempo, hasta
que recibió una invitación para hacerse cargo de una cátedra en Jerez de la
Frontera. De nuevo se pone en marcha y cruzando toda España llega hasta el Sur
que, tampoco, será su destino definitivo, pues volverá a ponerse en camino para
desempeñar el mismo oficio en Alcalá de Henares.
Iglesia de San Juan el Real, levantada en el siglo XVII sobre el solar de la del Salvador |
Desde
allí, vuelve a Calatayud donde, desaparecidos sus enemigos, recibió el título
de “poeta laureado”, concedido por Felipe II, a petición de las autoridades
literarias de la ciudad. Es curioso que, tras la solemne ceremonia de su
coronación, llevada a cabo en la iglesia del Salvador, escribiera un poema
conmemorativo de dicho acto que dedicó a Andrés de Bricio, al que denomina
“primer cónsul de Borja”, lo que viene a demostrar la intensidad de sus
vínculos con nuestra ciudad.
El
honor alcanzado le lleva a atender nuevas invitaciones llegadas desde los más
diversos lugares, como Zaragoza, Lérida o Huesca. En este último lugar, muy
cerca de su amigo Carlos Muñoz Serrano que es obispo de Barbastro, en esos
momentos. Sin embargo, no es posible fijar con precisión sus recorridos durante
esa etapa final de su vida, ni tan siquiera el lugar de su fallecimiento,
acaecido después de 1568.
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