La
noticia que publicamos recientemente sobre el hallazgo de un manuscrito
aljamiado en Borja, en el siglo XIX, ha despertado mucho interés entre nuestros
lectores. Ya entonces, comentamos que volveríamos sobre este tema y lo hacemos
hoy con otro hallazgo, mucho más reciente, aunque en este caso no se trata de
algo material, sino de la referencia a los libros que tenían en su poder dos
musulmanes borjanos en el momento de su conversión.
Fueron
la Profª Dª Ana Labarta López, Catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la
Universidad de Valencia, y D. José Carlos Escribano Sánchez quienes, en 2000,
publicaron en Anaquel de Estudios Árabes
un artículo titulado “Las bibliotecas de dos alfaquíes borjanos”, el hallazgo
de un documento localizado en el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de
Borja, donde se detallaban los libros que fueron entregados a las autoridades
por los alfaquíes (o expertos en la Ley coránica) Ali Alguaquiel y Amet
Abranda.
Después de la conquista
del reino de Granada y tras un breve período de tolerancia inicial, los Reyes
Católicos obligaron a los musulmanes granadinos a convertirse al Cristianismo
en 1501 y, un año después, a todos los que residían en la Corona de Castilla.
En 1515, esta decisión se extendió a Navarra y, finalmente, una cédula de
Carlos V forzó el bautismo de todos los aragoneses, a finales de 1525.
Recreación del bautismo de los moriscos en Grisel (2010) |
La
conversión les obligaba a abandonar sus costumbres y, de manera especial, a
entregar todos los textos relacionados con su antigua religión. Así lo hicieron
en Borja, esos dos importantes personajes de la comunidad musulmana, quedando
registrada la entrega efectuada el 25 de enero de 1526 en el protocolo del notario
Lope de Aoíz.
A
través de este documento, dado a conocer en el artículo citado, sabemos que el
acto se llevó a cabo en las casas de Ali Alguaquiel, sitas en el “barruelo de
la morería”, en presencia del Justicia de Borja Antón de Alberite y de los Jurados
Andrés de Mendoza, Lorenzo Tolosa y Juan de Erla, dando cumplimiento a lo
dispuesto por el Rvdo. Micer Bernat Jordán, doctor en Teología y Comisario
Apostólico de los “inquisidores en el río y circunvecindad de la dicha ciudad”.
En
total, fueron 56 los libros entregados, referenciados de manera imprecisa en el
acta de recepción, a pesar de lo cual constituye un documento singular por
reflejar el contenido de una biblioteca particular en aquellos momentos, sobre
lo que no se han conservado otros testimonios. Lamentablemente, no existen
noticias del destino de aquellos libros.
Almonacid de la Sierra |
Distinto
es el caso de los encontrados, en 1884, en Almonacid de la Sierra, al reparar
una casa, y de ellos dio noticia el Académico de la Historia D. Francisco
Codera en un artículo publicado en el Boletín
de la Real Academia de la Historia ese mismo año, en el que se relataban
las circunstancias de su hallazgo:
“Dichos
manuscritos estaban escondidos en el espacio que mediaba entre un piso
ordinario y un falso piso de madera, hábilmente sobrepuesto, de modo que los
libros, muy bien acondicionados en el espacio intermedio, han estado ocultos
cerca de tres siglos, sin que nadie se haya apercibido de su existencia. Por
desgracia, al parecer los manuscritos fueron creídos de ningún valor por los
albañiles y peones, de modo que arrojados entre los escombros o dejados a
disposición del primero que llegaba, los muchachos se entretuvieron en romper
las hojas y en hacer hogueras con ellas, destrozando más de 80 volúmenes y
quemando quizá por completo no pocos.
No fue poca suerte que
al día siguiente o a los dos días del hallazgo, pasara por dicho pueblo el
reverendo P. Fierro, de las Escuelas Pías de Zaragoza, quien compró en el acto
uno o dos volúmenes que le presentaron, y esto fue causa de que ya se tuviera
cuidado en no destrozar lo que iba apareciendo, o que se recogiese lo que se
habían llevado los chiquillos. Avisado del hallazgo nuestro correspondiente D.
Pablo Gil, se dirigió en el acto al punto del descubrimiento, y pudo adquirir
una buena parte de lo que no había sido quemado, consiguiendo reunir un
considerable número de manuscritos”.
D. Pablo Gil y Gil
había ido reuniendo una importante colección de manuscritos árabes y aljamiados
que fueron adquiridos por la Junta de Ampliación de Estudios y, en la
actualidad, se conservan en la Biblioteca “Tomás Navarro Tomás” del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas.
Los que, en su momento,
se recuperaron de Almonacid de la Sierra fueron unos 140, aunque muchos de
ellos ya incompletos. Los distintos autores que han estudiado este hallazgo han
considerado que este importante conjunto de obras constituía el almacén de un
librero, pues con ellos se encontraron, además, las herramientas para su
encuadernación.
De ahí que, sin restar
importancia al caso de Almonacid algunos de cuyos libros se han
conservado, el hallazgo de Borja, antes
comentado, adquiera especial relevancia pues aquí los libros reseñados eran los
utilizados por los alfaquíes borjanos, su biblioteca particular.
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