Cuando
hace unos meses publicamos unas fotografías inéditas del primer kiosco que se
levantó en el parque de San Francisco de Borja, aventuramos la posibilidad de
que se tratara de una obra del arquitecto D. Santiago Lagunas, el mismo que
diseñó el Teatro Cervantes, construido por aquella época.
Sin
embargo, la acertada búsqueda realizada por Dª Sonia Viamonte en el Archivo
Histórico Municipal ha permitido localizar el proyecto e identificar
correctamente al autor del mismo que fue otro gran arquitecto, D. Joaquín
Maggioni Castellá (1899-1970), así como la fecha del mismo y el nombre del
Alcalde que lo encargó.
El
Concejal Delegado de Cultura D. Juan María de Ojeda ha tenido la amabilidad de
remitirnos una copia del proyecto y varios documentos realizados, con los que
hemos elaborado este artículo que viene a aclarar definitivamente todos los
aspectos relacionados con esta singular obra, lamentablemente desaparecida.
Era
Alcalde de la ciudad D. Pascual Sorrosal Fanlo (lo fue desde el 26 de febrero
de 1942 al 7 de agosto de 1944) cuando D. Joaquín Maggioni presentó el
proyecto, en junio de 1942.
Se
trataba de edificar un kiosco destinado a bar y actuaciones de la Banda de
Música Municipal, para lo que se disponía una amplia terraza en la parte
superior donde, cuando no hubiera conciertos, se podrían “servir refrescos a
toda hora”.
En
la planta baja tenía un mostrador, “cerrado por medio de una puerta enrollable
de escamoteo”, cuyo presupuesto estaba incluido en el proyecto. A través de una
escalera de caracol se accedía a la terraza superior y también fue diseñada una
plataforma, circundando el kiosco, con mesitas plegables y sus correspondientes
sillas. No se construyeron aseos ya que, se había decidido construirlos en un
edificio independiente para que pudieran ser utilizados por todos los
visitantes del parque.
En
la memoria, el arquitecto exponía que, para todos los detalles arquitectónicos,
había escogido “el estilo moderno”, aunque precisando que “es posible, de todos
modos, combinarlo con el ladrillo visto que es la base de nuestro estilo
peculiar aragonés”, en lo que parece ser una coartada para tratar de imponer un
diseño realmente avanzado.
Un detalle muy
interesante era la existencia, en la fachada principal, de dos escaparates “para
poder colocar en ellos muestras de comercio e industria de la localidad, a modo
de muestra permanente”, aunque “con cierta timidez” pues, como señalaba el
arquitecto, “el edículo ha de quedar lógicamente abandonado en según qué horas
del día y por la noche”.
El
proyecto fue aceptado inmediatamente y, en el Pleno municipal celebrado el 11
de febrero de 1943, se tomó el acuerdo de licitar las obras, tramitadas por el
procedimiento de subasta “con el fin de no demorar más la realización de tan
necesaria e importante mejora”.
Las
obras fueron adjudicadas a D. Vicente Gallástegui, ascendiendo el importe total
de las mismas a la cantidad de 96.448,67 pesetas, incluyendo los honorarios del
arquitecto (2.179 pesetas) y el beneficio industrial de la empresa (8.177,56
pesetas).
Queda,
por lo tanto, definitivamente aclarada la autoría de una obra que terminó
siendo efímera, pues algunos años después el kiosco fue ampliado y reformado,
adaptándolo al supuesto “estilo peculiar aragonés” con el que llegó a nuestros
días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario