Entre
un amplio número de publicaciones que nos ha remitido la Institución “Fernando
el Católico”, queremos hacer referencia en primer lugar a la obra titulada La
imagen de Fernando el Católico en la Historia, la Literatura y el Arte, en la
que se recogen las conferencias pronunciadas con ocasión de las Jornadas
Fernandinas que tuvieron lugar, en marzo de 2013, en la Facultad de Filosofía y
Letras de Zaragoza y en el Palacio de los Español de Niño, situado en la villa
natal de rey: Sos del Rey Católico.
El
primer capítulo lleva por título “Fernando el Católico, el Absolutismo y la
Inquisición”, siendo su autor Herny Kamen, uno de los “destacados especialistas”
a los que se alude en la introducción. Realmente, ha constituido una sorpresa
encontrar, en el mismo, afirmaciones como la siguiente: “Los historiadores,
como Tarsicio de Azcona, se han dedicado a la reina castellana, pero
descuidaron al rey catalán”. Que no
se trataba de una errata o de una falsa apreciación nuestra viene a demostrarlo
el que más adelante, al tratar de la percepción que el rey Fernando pudo tener
sobre su propio destino, vuelve a insistirse en que “Como catalán, ¿se vio influenciado por la arraigada tradición
mística catalana que identificaba la derrota del Islam en España con la
destrucción de los judíos?”.
Podríamos
insistir sobre la inconveniencia de difundir estos dislates, precisamente en
estos momentos. Pero, sin ánimo de descalificar al prestigioso autor, debemos
afirmar que al leer “Cuando Fernando murió, su testamento instaba a su sucesor Charles para que apoyara la
Inquisición en su lucha contra la herejía”, nos ha costado identificar a ese “Charles”.
De
este otro libro ya nos ocupamos en este blog, reproduciendo su portada. Sin
embargo, en aquellos momentos no lo habíamos recibido aún. Ahora, al revisarlo,
vemos que, en la página 6, aparece este fragmento de la tabla central del
antiguo retablo de la colegiata de Santa María de Borja. Lo llamativo es que tanto
al pie de esta ilustración como en la solapa, por lo que respecta a la portada,
se hace constar: “Cortesía del autor y del Museo Diocesano de Borja”.
Sin
embargo el “Museo de la Colegiata” que es la denominación de nuestro museo, no es diocesano. Surgió como
consecuencia de un acuerdo alcanzado entre el M. I. Ayuntamiento de Borja, el Obispado
de Tarazona y la Parroquia de Borja. En virtud del mismo, la parroquia cedía
las obras a exponer y el M. I. Ayuntamiento, propietario del edificio donde se
instaló (que además había restaurado con este fin), se hacía cargo del mantenimiento
del museo, para cuya gestión se constituyó una comisión integrada por
representantes de la corporación municipal y de la Iglesia.
La
Profª Dª María Antonia Martín Zorraquino es Catedrática de Lengua Española de
la Universidad de Zaragoza y forma parte del Consejo Rector de la Institución “Fernando
el Católico”. Este libro, que reúne una serie de artículos escogidos, responde
al deseo de algunos de sus discípulos y amigos de ofrecerle un reconocimiento
público a su labor investigadora y docente.
Todo
el libro es interesante pero nosotros debemos resaltar uno de sus estudios
literarios, el titulado “Tal como éramos. A propósito de Gaudeamus de José María Conget”, publicado en 2003. La visión que
María Antonia Martín Zorraquino ofrece del ambiente en el que fueron surgiendo
las obras de Conget es apasionante. Como ella misma reconoce, entre octubre de
1965 y junio de 1968, “Conget fue para mí mi mejor amigo” y, por otra parte, la
“María Eugenia Azcona” de la novela y amor platónico de “Miguel Zabala”,
trasunto del propio Conget, era María Antonia. Merece la pena leerlo, porque
está escrito desde la nostalgia de esa “cándida adolescencia” a la que se hace
referencia en la conclusión.
Los
que no son de nuestra ciudad pueden preguntarse el porqué de las “cuestiones
borjanas” del título de este artículo del blog. Además del comentario sobre el
Museo de la Colegiata, Conget forma parte de nuestro mundo, ya que aunque
nacido en Zaragoza, aquí residía su familia en esos momentos. Aquí vivió su
infancia, hasta que lo enviaron al colegio del Salvador, y aquí retornaba, últimamente,
mientras vivieron sus padres.
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