Continuamos
el artículo que publicamos en los últimos días del pasado año, sobre las
piedras armeras de Borja, con otras piezas heráldicas existentes en nuestra
ciudad, algunas de las cuales no pueden ser consideradas, en sentido estricto,
como piedras armeras, aunque hemos decidido incorporarlas para completar la
visión que estamos ofreciendo.
La
primera es este curioso escudo de alabastro, situado en la actual calle de las
Pelinas, en una casa que perteneció a la familia Pelín, originaria de Cadón,
que se estableció en Borja a principios del siglo XV. Según Sánchez del Río,
traían por armas tres roeles de plata sobre campo de gules. Sin embargo, las
características de este escudo han suscitado incertidumbres y a Federico
Bordejé le llamaba la atención que no estuviera timbrado. En cualquier caso, es
una pieza interesante.
En
la parte posterior del palacio de los marqueses de González de Castejón, frente
a los claustros de Santa María, se encuentra este escudo de alabastro que fue
colocado en fecha relativamente reciente, aunque por su factura es antiguo.
En el siglo XX fue colocado este otro escudo de alabastro, reaprovechando el de los Alberites, en la fachada principal de
la casa de los Sánchez del Río, en el que se unen las armas de los Sánchez,
originarios de Trasobares, de donde llegaron en el siglo XVII, y de los del Río,
originarios del valle de Mena, de donde pasaron a Castilfrío (Soria). A finales
del siglo XVIII María Antonia del Río contrajo matrimonio en Borja con Tomás
Sanchez y Pérez de Linares, enlazando ambos linajes.
También
moderno y de factura más tosca es el situado en la casa de los Nogués de la
calle de Costa. Lleva las armas de esta familia de infanzones establecidos en
nuestra ciudad desde el siglo XVI y con varias ramas.
Entre
los desaparecidos, podemos citar el que se encontraba en una casa de la calle
del Rey que hace esquina con la de Trinquete y que fue retirado para abrir un
balcón. Fue dibujado por Federico Bordejé, siendo el único testimonio
conservado.
El
mismo autor también dibujó este otro, con las armas de los del Arco, que se
encontraba en la torre del Pedernal, solar de esa importante familia borjana,
llegando a ver sus fragmentos esparcidos por el suelo de la misma.
En
el Museo de la Colegiata se conserva ahora el del cardenal D. Vicente Casanova
y Marzol que había mandado colocar, siendo obispo de Almería (lo que queda
patente por las borlas del capelo que lo timbra), en la casa que edificó en la
calle Camacho, de donde fueron retiradas al ser derribada.
Al
margen de las piedras armeras relacionadas, todas ellas situadas en las
fachadas de distintos edificios, queremos incluir otras representaciones
heráldicas como la correspondiente a la familia de los Lázaro que puede verse
en la embocadura de la capilla del Descendimiento, en el claustro de la colegiata.
En
la actual capilla del Santo Cristo en el Arca, se encuentra esta otra que no ha
sido plenamente identificada, aunque en un artículo publicado en este blog, en
2013, hicimos alusión al hecho de que en su segundo cuartel apareen tres peras,
mientras que en el tercero figura un grifo (animal mitológico con cuerpo de
león y cabeza y alas de águila) que son precisamente las armas que traen los
Peralta de Magallón. Todavía existe otro escudo sobre el arco de acceso, desde
el claustro, a la actual capilla de la Virgen de la Peana, aunque está en
blanco, posiblemente porque sus armas estuvieran pintadas.
También
en la colegiata y en esa joya olvidada que es la capilla de los Mártires,
aparecen las armas del obispo borjano fray Juan López de Caparroso O.P. sobre
el lugar destinado, en principio, para servirle de enterramiento.
En
las pechinas de la cúpula de esa capilla se encuentran cuatro representaciones
idénticas de las armas de los marqueses de Montesa, descendientes del citado
prelado y propietarios de ese espacio.
Las
mismas aparecen también sobre la hermosa fuente para lavatorio existente en la
sacristía de esa capilla, constituyendo un conjunto que merecería la pena
restaurar, cuando sea posible.
Finalmente,
debemos hacer referencia a las que figuran en la lauda sepulcral del caballero
D. Antón Francés, conservada en la capilla de San Felipe Neri del claustro de
la colegiata de Santa María, uno de los escasos restos medievales que
sobrevivieron a la reforma neoclásica de la misma.
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