El
pasado domingo la publicación diocesana Iglesia
en Tarazona, publicó una reseña sobre la celebración en la iglesia del
convento de capuchinas de Calatayud, el día 8 de diciembre, de la fiesta de la
Virgen de Guadalupe, titulándola “Primera Eucaristía en honor de Ntra. Sra. de
Guadalupe, Reina de México y Emperatriz de América, en la Diócesis de
Tarazona”.
No
obstante, la información no se ajusta a la realidad, ya que al mismo obispado
pertenece la ciudad de Borja donde, desde hace 20 años, viene celebrándose con
gran solemnidad esa fiesta en el convento de Santa Clara, cada 12 de diciembre,
a la que contribuye nuestro Centro, cediendo las banderas de España y de México
que flanquean el pequeño altar donde se coloca a la Virgen.
Ello
se debe a que, entre las religiosas que formar la comunidad de dicho convento,
hay cinco nacidas en México, las cuales desde su llegada a nuestra ciudad,
donde son especialmente queridas, quisieron
honrar de manera especial a su patrona. La fiesta constituye, cada año,
un acontecimiento para el convento y para Borja, tanto por las magníficas
homilías que tienen lugar en ellas como por los cantos que las acompañan y que
este año, adquirieron especial emotividad por la interpretación de una preciosa
ranchera, dedicada a la Virgen, que al término de la ceremonia interpretó una
joven llegada desde tierras del Jalón.
Pero
la devoción a la Virgen de Guadalupe no es algo extraño en nuestra comarca, sino
que hunde sus raíces en el tiempo. Concretamente, en la iglesia parroquial de
Maleján tiene un altar dedicado, presidido por un excelente lienzo, obra del
pintor mexicano Antonio de Torres, realizado en 1720, cuya llegada a Maleján se
ha relacionado con la figura de D. Victorián Jordán, fallecido en 1730, tras
haber regresado del virreinato de Nueva España.
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