En
ocasiones anteriores nos hemos ocupado del tesorillo de denarios ibéricos que
fue encontrado en Borja, en el interior de una vasija de barro que, hasta
fechas relativamente recientes, se conservó en el pequeño museo existente en el
Colegio Público, de donde fue sustraída durante unas obras de remodelación.
El autor del hallazgo
fue un pastor, por lo que siempre fueron conocidas como “las monedas del pastor”.
El número de las que componían el tesorillo fue muy elevado, pero nunca pudo
ser cuantificado, ya que se dispersaron inmediatamente. Algunas fueron vendidas
y otras llegaron a ser utilizadas como moneda fraccionaria en la carnicería de
la hermana del citado pastor..
Desde el punto de vista
arqueológico, fueron dadas a conocer por Gómez Moreno en 1949 y, en 1953, C.
Millán publicó un trabajo a partir de 146 piezas procedentes del mismo. Todas
ellas procedían de cinco cecas: Baskunes (Pamplona), Arsaos (Sangüesa),
Arecoratas (Muro de Ágreda), Sekobirices (Saelices, Cuenca) y Turiasu
(Tarazona), conservándose en el Museo Arqueológico de Borja un ejemplar de cada
una de ellas.
En marzo de 2014,
dedicamos un artículo al afortunado autor del hallazgo. Se llamaba Nicolás Domínguez Magallón y había
nacido en Litago, en cuya iglesia parroquial fue bautizado el 3 de diciembre de
1883. Era hijo de Felipe Domínguez y de Felipa Magallón, ambos naturales de esa
localidad en la que el padre ejercía como pastor.
Su
hermana María contrajo matrimonio en Borja con Andrés Jiménez y fue la que lo
trajo aquí, donde siguió con la profesión del padre. Cuidando a sus ovejas,
encontró, de manera casual, la “olla” repleta de monedas.
Hasta
este momento, la fecha del hallazgo había sido objeto de diversas conjeturas.
Se sabía que tuvo lugar antes de la Guerra Civil, pero no conocíamos el año en
que tuvo lugar.
Ahora,
el responsable de la Sección de Arqueología de nuestro Centro, D. Isidro
Aguilera Aragón, ha localizado un interesante documento que viene a aclarar
esta cuestión. Se trata del oficio en el que se da respuesta a una petición
remitida a todos los Ayuntamientos por la Comisión Provincial de Monumentos,
para que informaran sobre los edificios y piezas de interés existentes en cada
uno de ellos.
La
respuesta de Borja, que firma el Alcalde D. Dionisio Pérez Viana, es llamativamente
concisa. En ella se hace alusión a “un castillo, propiedad del Ayuntamiento, en
completa ruina”; a la existencia de tres ermitas (Sepulcro, Calvario y San
Jorge) “que no contienen pinturas” y a los templos que, en aquellos momentos,
estaban abiertos: Las dos parroquias (Santa María y San Bartolomé) y los de
Santo Domingo, San Miguel, Santa Clara, la Concepción, Capuchinos y el
Santuario de Misericordia.
La
única alusión a obras de interés es la “un sepulcro que se supone data del
siglo XII o XIII” existente en Santa María y que corresponde a la lauda
sepulcral que está en la capilla de San Felipe del claustro (aunque es de época
posterior); a la “magnífica colección de tablas” procedentes del retablo mayor
de Santa María; y a la existencia de pergaminos y privilegios reales,
conservados en el archivo municipal.
Sin
embargo, junto a una alusión a la vía romana que atravesaba el término, se
indica que “se encontraron el año pasado monedas ibéricas, probablemente
acuñadas en la época romana”. Comoquiera que el oficio está firmado el 3 de
mayo de 1927, podemos deducir que el hallazgo tuvo lugar en 1926, siendo el
primer testimonio fehaciente que se ha podido documentar.
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