En
nuestro artículo de ayer hicimos alusión a la importancia del conjunto
monumental de Las Cuevas de Cañart y al interés de sus vecinos por su conservación.
Ello ya constituye, por sí mismo, un ejemplo para otros lugares como nuestra ciudad
que tienen, asimismo, la consideración de Bienes de Interés Cultural, en su
categoría de “Conjuntos Histórico-Artísticos”.
Anunciábamos
entonces esta nueva entrega con referencias concretas a sus elementos más
destacados, así como a determinados aspectos históricos que, desde el punto de
vista negativo, también pueden servirnos de enseñanza para el futuro.
Debemos
referirnos, en primer lugar, a este espectacular edificio que se levanta junto
a su casco urbano. Se trata del antiguo convento de la Orden de frailes Siervos
de María o Servitas.
Se
trata de una orden religiosa no muy conocida, a pesar de su antigüedad, pues
fue fundada en 1233 por siete jóvenes de Florencia. A esta zona llegaron en
1497, estableciéndose en una cueva de Ladruñán, que entonces pertenecía al
término municipal de Las Cuevas de Cañart. Bajo el patrocinio de San Miguel
Arcángel la comunidad se extinguió al cabo de unos años pero, por iniciativa
del arzobispo de Zaragoza D. Alonso Gregorio, el mismo que impulsó la edición
de unos libros litúrgicos cuya única colección completa se conserva en el Museo
de Santa Clara de Borja, retornaron a Las Cuevas de Cañart en 1617.
En
principio, volvieron a instalarse en su antiguo cenobio, pero a finales del
siglo XVIII construyeron el magnífico convento, al que estamos haciendo
referencia, que fue concluido en 1790.
Lamentablemente,
la Desamortización de 1835 dio lugar a la exclaustración de los religiosos y al
abandono del edificio que provocó su ruina y la pérdida de la mayor parte de su
patrimonio artístico, aunque algunas obras pasaron a otros templos de la
localidad e iglesias de su entorno, para perderse definitivamente durante la
Guerra Civil.
Los
decretos desamortizadores fueron los causantes de una de las mayores
destrucciones del Patrimonio Cultural de España, ya que afectaron a todo el
territorio nacional y una muestra evidente de las consecuencias de determinadas
políticas, en apariencia favorables para la población. En el caso que nos ocupa
hay que considerar, asimismo, que la población fue escenario de las guerras
carlistas que también incidieron en la ruina del monumento.
Este
es el estado en el que se encuentra, actualmente, el interior de la
espectacular iglesia de tres naves que tuvo el convento. Por este motivo fue
incluida en la Lista Roja del Patrimonio Cultural, que elabora Hispania Nostra,
aunque a la vista de las iniciativas que ha emprendido el Ayuntamiento de Las
Cuevas de Cañart, posiblemente será retirada de la misma.
Porque,
aunque la bella decoración de sus muros y algunas de las estructuras que se han
conservado se encuentran, todavía, sometidas a la acción de los elementos, ya
se limpió el interior e, incluso, ha servido de marco para conciertos y otras
actuaciones. Lo más importante es que, en estos momentos, existe un proyecto
para consolidar el muro que ofrece mayor riesgo, así como para restaurar una
parte del claustro anexo. Posteriormente, se tiene el propósito de llevar a
cabo otras acciones que, si bien no permitirán la restauración de todo el
conjunto, servirán para consolidar estas venerables ruinas, lo que es digno de
ser resaltado.
Otro
de los monumentos destacados de la localidad es la actual iglesia parroquial de
San Pedro Apóstol, cuya fachada principal se abre a la plaza donde están
ubicados los dos grandes palacios a los que hicimos referencia en nuestro
artículo anterior. Consta de dos cuerpos, separados por un
entablamento liso. En el primero se encuentra la puerta de acceso al templo, en
forma de arco de medio punto, sobre el que aparece la tiara con las dos llaves
cruzadas, en alusión a su titular. En el segundo y sobre el vano adintelado,
flanqueado por pilastras, existe un emblema que puede hacer referencia a las
armas de los fundadores. A la izquierda de la misma se levanta la torre, con
dos cuerpos; el primero es cuadrangular y de mampostería, mientras que el
segundo es de ladrillo y en él se alojaban cinco campanas, cuatro de las cuales
fueron arrojadas a la plaza en 1936, salvándose solamente la del reloj. El conjunto
está rematado por un chapitel sobre base octogonal de ladrillo.
El
interior, de tres naves y considerables proporciones, dispone de una hermosa
cúpula sobre el crucero, pero todo su exorno artístico fue destruido durante la
Guerra Civil, algo que se repitió en todos los templos de la zona, cuya
contemplación sorprende sobremanera a las personas de otras zonas en las que no
se llevó a cabo esa destrucción. De ahí, que los retablos actuales fueran rehechos
con restos de los anteriores o, incluso, con las puertas del antiguo convento
de los servitas (algunas de las cuales, por cierto, se encuentran en Borja). En
otros casos, las imágenes de producción industrial se sitúan en los muros
decorados con pinturas, remedando retablos.
En
el lugar donde se ubicó el castillo, fue construida en 1687 una ermita dedicada
a Ntra. Sra. del Pueyo. Aunque también fue saqueada en la pasada guerra,
conserva buena parte de su decoración que es similar a la de otros templos de
la población y que constituye una evidente muestra de una etapa de indudable
esplendor y, posiblemente, de la actuación del mismo artista que intervino en
la ermita de San Blas.
Aunque
fue objeto de una somera restauración en el pasado, es preciso acometer su
consolidación y protección, enmarcándola en la creación de un mirador en tan
privilegiado paraje, desde el que se domina todo el casco urbano. En esta fotografía
puede apreciarse el emplazamiento de la ermita, a la derecha de la imagen, y la
iglesia de San Pedro sobresaliendo sobre el caserío.
La
ermita de San Blas, a la que hemos hecho referencia, ha sido completamente
rehabilitada como Centro de Interpretación. En su fachada existe una lápida en
la que se hace referencia a la caída de un rayo el 22 de junio de 1684, que
obligó a su remodelación.
Según
algunos autores, pudo ser la primitiva iglesia parroquial, reconvertida en
ermita, tras la posible destrucción de 1684 y la construcción de la actual. Por
otra parte, en 1940, fue demolido uno de los tramos de su nave y fue preciso abrir
una nueva puerta de acceso que aparece en la imagen superior.
(Foto: Raúl Utrilla Muñoz) |
(Foto: Raúl Utrilla Muñoz) |
(Foto: Raúl Utrilla Muñoz) |
Afortunadamente,
en 2002, la activa Asociación Cultural “El Morrón” y la generosidad de D.
Francisco Herrero y Dª Carmen Suñol, hicieron posible su restauración y la
transformación en Centro de Interpretación de la localidad, en el que destaca
una gran maqueta de todo el conjunto de la población.
No
pudimos visitar la ermita de San Juan y algunas otros edificios, como el
pequeño oratorio, situado en la vega, pero el recorrido por las bellas calles
de Las Cuevas de Cañart y sus alrededores, nos permitió conocer la gran labor
que, en el ámbito de la recuperación del Patrimonio Etnológico, se ha llevado a
cabo, a lo que dedicaremos un nuevo artículo, porque merece la pena difundirla.
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