Terminamos
nuestro recorrido por Las Cuevas de Cañart con una serie de imágenes en las que
se pone de manifiesto la importancia que, también, tienen esas esas edificaciones menores que constituyen lo
que podríamos considerar como su Patrimonio Etnológico, así como el cuidado que se ha puesto para su
preservación.
Entre
ellas destaca el conjunto que forman la fuente y el lavadero contiguo, algo
frecuente en esta zona de Aragón. La fuente está presidida por la imagen de San
Pedro, colocada en una hornacina sobre el arco rebajado que cubre la bóveda que
protege a los caños.
El
interior del lavadero ofrece un magnífico aspecto, con su techumbre de madera
soportada por la columna de piedra que se alza sobre las dos pilas elevadas que
permitían lavar con comodidad. Llama la atención el cuidado aspecto de todo el
conjunto y el agua corriendo desde la fuente.
Al
lado pudimos ver esta piedra con un orificio circular que, en nuestra opinión,
es similar a lo que aquí conocemos con el nombre de “roldes” que, en
definitiva, permitían un determinado aforo del caudal de las acequias
secundarias, desde la principal. Nos hablaron también del acondicionamiento que
se va a llevar a cabo en el barranco contiguo, donde ya existe un pequeño
parque. La actuación prevé la limpieza de la maleza que oculta unos arcos de
piedra en torno al puente por el que se accede al cercano convento de servitas.
Visitamos
también uno de los dos molinos harineros que tuvo la población, concretamente
el situado en la parte más alta, el cual ha sido completamente rehabilitado. Se
da la circunstancia de que, en el pasado y a diferencia de lo que sucedía en
otras localidades de dominio señorial, los molinos de Las Cuevas eran propiedad
del municipio, merced a la liberalidad con la que la Orden de Malta trató
siempre a sus vecinos que, en todo momento, pugnaron por depender de ella,
haciendo frente a los duques de Híjar en un contencioso extremadamente
llamativo por el hecho de concurrir allí, merced a una concesión de los
monarcas a esa casa, una doble dependencia señorial, laica y religiosa.
La
visita al interior es espectacular, ya que se conserva toda su maquinaria en
perfecto estado, de manera que proporciona la impresión de que las talegas
situadas bajo las tolvas, comenzarán a llenarse de harina en cualquier momento.
El
agua sigue discurriendo por las acequias que alimentaban al molino, procedente
de una balsa elevada que, ahora, permanece casi oculta entre los zarzales y las
plantas acuáticas. No obstante, el cárcavo está en perfecto estado, así como el
arco que daba salida al agua que movía la maquinaria.
(Foto Raúl Utrilla Muñoz) |
(Foto Raúl Utrilla Muñoz) |
(Foto Raúl Utrilla Muñoz) |
Otra
construcción que llama poderosamente la atención es el horno de pan que, como
el molino, también era de propiedad municipal, como lo demuestra un documento
de 1480, dado a conocer por el Dr. Miguel Ángel Pallarés Jiménez. Sus
dimensiones y su estructura de planta rectangular, a la que se adosó en la
cabecera el horno, propiamente dicho, así como los arcos fajones apuntados de
piedra que soportan la cubierta sugieren la posibilidad de que el edificio
fuera construido con un fin diferente. Sin embargo, hornos de características
similares existen en localidades próximas como Mirambel y La Ginebrosa, aunque
ninguno tan bien conservado como éste.
Una muestra más del cuidado que se pone en la preservación de este patrimonio, lo
constituye esta antigua trilladora que, en estos momentos, ha sido colocada
junto al convento de servitas y para la que la Asociación Cultural “El Morrón”
ha elaborado un proyecto para dotarla de una estructura que la proteja,
permitiendo su contemplación.
Podríamos
hablar, asimismo, de otros elementos de la arquitectura popular, como las
barandas de madera de sus balcones o la estructura de sus ventanas, pero es
preferible que nuestros lectores se animan a visitar esta hermosa localidad,
así como otras de sus alrededores, de las que también hablaremos otro
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