Junto
a la hermosa puerta de Marzo, una de las cuatro que originalmente tuvo el
recinto murado de Las Cuevas de Cañart, se disponen una serie de huertos,
rodeados de tapias, a los que se accede por unas puertas dotadas de unos
cierres que se abren mediante unas peculiares llaves.
Fabricadas
con madera, tienen una serie de dientes que son diferentes para cada “cerradura”,
de manera que con ellas sólo se puede abrir aquella a la que corresponde. En la
fotografía, puede verse al pequeño Adrián que lleva en su mano una de estas
llaves y que, con gran maestría, nos explicó su funcionamiento.
La “cerradura”
está formada por un cuerpo clavado a la puerta, por cuya parte inferior discurre
el listón de madera que impide la apertura. Para que se deslice, es necesario
introducir la peculiar “llave” por una escotadura lateral y sólo si se dispone
de la adecuada, con sus dientes específicos, es posible desplazar el listón.
No
mostraron también un caso singular, el de la cerradura de un vecino que,
cansado de olvidar con frecuencia su llave, construyó otro modelo diferente. En
este caso, dispone de una ranura en la parte inferior en la que, al introducir
los dedos, puede desplazar el pestillo, sin necesidad de usar la llave.
Nos
pareció de gran interés este curioso sistema que podemos enmarcar tanto en el
ámbito de la Arquitectura Popular como en el del Patrimonio Cultural Inmaterial
y, dada la atención que venimos dedicando a estos temas, hemos querido
compartirlo con todos nuestros lectores.
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