Antón
Castro dedicó ayer, en las páginas de Heraldo
de Aragón, un extenso comentario a Miguel Ángel Domínguez, con motivo de la
exposición que presenta en la galería A del Arte, de Zaragoza, desde el pasado
21 de junio hasta el próximo 27 de julio, la cual puede visitarse, de martes a
viernes, entre las seis y las nueve de la tarde.
En
torno a esta importante muestra de su producción pictórica, el poeta y artista
plástico José Antonio Conde ha señalado que “El signo y la ruptura se manifiestan en la obra última de Miguel Ángel
Domínguez como un bien necesario para situar la materia en un espacio dinámico
que determina el movimiento y la forma, y donde el instante cromático toma
cuerpo, se constituye sobre la experiencia onírica y la imaginación activa,
conservando el despertar de los ocres, el hechizo de la arena en el lienzo y el
sentido del negro en su fecundidad primaria.
Esta
muestra pictórica tan efectiva, tan seductora, trabaja para la misma condición
de la imagen, y nos descubre que estos Paisajes de Luna Nueva, son paisajes de
un estado del alma que derraman la luz de un sueño para crear un pensamiento
que refleja una afirmación espiritual, una razón luminosa que lleva consigo una
infinitud.
Aquí,
el color se integra en el lienzo como una piel que sostiene la fuerza y la
tensión, un desplazamiento emocional que otorga a la imagen misma su afirmación
de ser, y la metáfora produce lo real por lo imaginario, así, los colores más
fríos nos acercan hasta el lugar donde la huella simboliza el espacio neutral y
el fragmento orgánico. También la secuencia de la textura, la apertura del
blanco o ese gusto por una óptica reflexiva, son algunos de los factores de
agitación que parten del propio proceso de la pintura, sin embargo, el
acontecimiento de los matices se entrega a la plasticidad de un territorio que
descubre en las zonas extremas un mestizaje compositivo, una intersección
espacial reveladora, con múltiples centros de atención como las cruces, la
arena, etc.”
Miguel
Ángel Domínguez es un artista cuya, obra en la que se advierte, como él mismo
reconoce, la influencia de Antoni Tàpies, es una persona especialmente querida
en nuestra comarca, dado que en Alberite de San Juan creó el denominado “Espacio
Huecha”, que dirige su hija Marta Domínguez, donde desarrolla una intensa
actividad cultural que, en estos momentos, se manifiesta a través de la
exposición protagonizada por Paco Rallo y Pedro Bericat. En la Casa de Aguilar
y en el Museo “Baltasar González”, presentó hace algunos años una recordada
exposición, de la que nos quedó como recuerdo el lienzo que donó al Centro de
Estudios Borjanos.
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