jueves, 12 de julio de 2018

La visita a Mallén de Carlos II


         Carlos II accedió al trono a la muerte de su padre Felipe IV, acaecida en 1665, y el 17 de septiembre de ese año fue proclamado rey pero, dado que en esos momentos  contaba tan sólo con cuatro años de edad (había nacido el 6 de noviembre de 1661), se hizo cargo de la regencia su madre Dª. Mariana de Austria.

         En 1677, cuando aún no había cumplido los 16 años, se decidió que viajara a Zaragoza, con el fin de jurar los Fueros de Aragón, un requisito que debían cumplir todos los monarcas españoles, así como para presidir las Cortes Generales del reino, convocadas en la capital aragonesa.




         El monarca partió de Madrid a las diez de la mañana del 21 de abril, acompañado de un numeroso séquito, a pesar de que se había tomado la decisión de reducir al máximo el número de sus integrantes, debido a la rapidez con la que se preparó el desplazamiento.
         Se decidió que se realizara en nueve jornadas, con una de descanso, entrando en Aragón por la comunidad de Daroca, siendo Used la primera localidad en la que se detuvo. Nada más cruzar la raya habían salido a su encuentro cien regidores de esa comunidad, formando un batallón a caballo, “con sus mazas de plata sobredorada y trompeta delante del batallón”.

         En Zaragoza se aposentó en el castillo de la Aljafería, donde le cumplimentaron las autoridades. La representación de la Orden de San Juan de Jerusalén la ostentaba frey Leandro Salvador y Pardo, comendador de Mallén, Gallur y Fuendejalón, ya que se encontraba ausente el castellán de Amposta frey Pedro Dávalos Maza y Rocamora.




         Del viaje hizo una relación, con todos los acaecimientos que se sucedieron D. Francisco Fabro Bremundán, que se imprimió en Madrid en 1680 con el título Viage del Rey Nvestro Seños D. Carlos II al Reyno de Aragón. Entrada de Sv Magestad en Zaragoça, Juramento solemne de los Fueros, y principio de las Cortes Generales del mismo Reyno, el Año MDCLXXVII. De esta obra se hizo eco Guillermo Carranza en su Historia de Mallén, en la que hace alusión a la visita que estamos comentando. Ahora, nos la ha remitido Javier Bona, lo que nos permite destacar algunos aspectos de su estancia en esa localidad de nuestra comarca.
         El día 3 de junio, a hora muy temprana partió el rey desde Alagón camino de Mallén. La jornada fue calificada de paseo, dada la bonanza del tiempo, la brevedad con la que se realizó y la “llanura del camino”, en el que pudo contemplar la “Azequia Imperial” que, sin estar terminada ya era una obra de mérito.
         A las diez de la mañana entró en la villa de Mallén, localidad en la que la relación destaca el beneficioso influjo que ha ejercido la citada acequia, dado que al restar caudal al Ebro, se habían evitado “dañosas inundaciones, de suerte que siempre da a Mallén mucho más de lo que la quita” y junto con las aguas de la acequia, goza constantemente y en abundancia, de las mayores y varias comodidades, que otra cualquiera más crecida de población.
         Tras hacer alusión a los frecuentes hallazgos de monedas romanas “en cualquier excavación que se haga de cimientos”, hace alusión a las murallas “que todavía la ciñen, aunque con el descuido que notamos en otras ocasiones”. Y el dato, para nosotros más interesante es el de que “aún queda habitable el Palacio con que la honraron los monarcas de Aragón, para sus personas, después de resucitádola de las ruinas en que la sepultó la tiranía agarena”. No sabemos a qué palacio puede referirse, pero la noticia no puede pasar desapercibida. Es probable que allí se alojara el monarca, aunque sabemos que el desaparecido palacio de los Navas, cumplió ese cometido en otras ocasiones.
         Con motivo de la estancia del rey hubo una “fiesta de toros” en la plaza Mayor, desde las tres de la tarde hasta las seis, con la que se divirtió toda la Corte.
         Madrugó la comitiva el 4 de junio, para aprovechar la frescura de la mañana, partiendo hacia Tarazona. Lógicamente, tuvieron que pasar por Borja, pero no se hace mención a ella, ni ha quedado reseñado el paso del monarca en otros documentos. Rafael García tan sólo comentó que, en 1677, pasaron a Calatayud a visitar al Rey, que venía a celebrar Cortes, cuatro síndicos, a los cuales se les hizo cuatro libreas y se les dio para todos sus gastos 100 libras. El año coincide, pero el recorrido transcurrió por Used, Daroca, Mainar, Cariñena, Muel y el monasterio de Santa Fe. La alusión a Calatayud responde a un acuerdo del consejo de Borja de 25 de abril de ese año, cuando fueron convocadas Cortes Generales en dicha ciudad, que se continuaron en Zaragoza, donde sí acudió el monarca.

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