La
iglesia parroquial de San Miguel de Ambel es un importante monumento del siglo
XIV que, junto con la casa conventual anexa, fue declarada Bien de Interés
Cultural en 2001. Desde hace algún tiempo está siendo restaurada, habiéndose
saneado su pavimento, consolidado el torreón de los Monserrat, el de las
campanas, y parte de la fachada exterior, mientras que, en su interior, se ha
procedido a la recuperación de pintura original de sus muros en algunos de sus
tramos.
Dentro
de este lento proceso, últimamente se ha acometido una nueva fase que, con una
inversión de 50.000 Euros, se ha centrado en la restauración de la fachada
contigua a la casa conventual.
Ese
espacio corresponde al interior del torreón en torno al cual se articuló todo
el complejo formado por la iglesia y el palacio de la Orden de San Juan y que,
en opinión del Prof. Christopher Gerrard puede ser datado en el siglo X.
Del
torreón sólo se conservan sus muros, dos de los cuales corresponden a la
iglesia y los otros forman parte de la casa conventual, ahora de propiedad
privada. En uno de estos últimos se aprecia la embocadura de una antigua cocina
que, según la documentación aportada por el citado profesor se denominaba “cocina
de Santa Lucía” o “cocina de la Cabeza” más tarde.
Este
es el aspecto que ofrece el interior del torreón, tras la última actuación realizada
bajo la dirección facultativa del arquitecto de la Comarca “Campo de Borja”, en
la que también se ha instalado un sistema de drenaje del suelo, para evitar
humedades, dado que ese espacio carece de cubierta.
Aprovechando
esta obra han sido eliminadas las rozas existentes en los muros de la capilla
de Santa Lucía que fueron abiertas para los conductos de un antiguo sistema de
calefacción que partía del citado torreón.
Según
nos informaron en nuestra visita la próxima actuación se centrará en la
restauración del púlpito, otra interesante obra que está en grave riesgo de
desprenderse, siendo necesario desmontarla completamente para después proceder
a una adecuada fijación y restauración de sus tracerías, limpiando los repintes
que las cubren.
Agradecemos
a Dª. Cristina Herranz y a D. Jaime Trivez las informaciones que nos dieron,
así como a Mr. Casper Johnson, uno de los propietarios de la casa conventual,
que nos facilitó el acceso al interior del torreón.
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