martes, 25 de septiembre de 2018

Una máxima a tener en cuenta


         En el palacio de Rajoy, al pie del busto que recuerda a ese gran arzobispo compostelano que fue D. Bartolomé Rajoy y Losada (1690-1772), se encuentra esta máxima suya que merece la pena meditar y cumplir: "Vivir como si hubiésemos de morir esta noche. Trabajar como si hubiésemos de vivir eternamente en este mundo".

         En una reciente (2005) tesis doctoral, defendida en la Universidad de Almería, hemos visto esta frase atribuida a José Antonio Primo de Rivera, nada menos. No sabemos si la conocía, es probable que sí pues era un hombre culto, pero su autoría no era suya, lo que al parecer ignoraba la autora de la tesis.






         Merece la pena recordar quién fue ese arzobispo nacido en Puentedeume, cuya vida se orientó inicialmente hacia el Derecho, para lo que cursó estudios en la Universidad de Santiago, ejerciendo la abogacía en Coruña, desde donde marchó a Tuy en 1721, como Juez de residencia de Justicias y Escribanos. Allí conoció a una agraciada y distinguida joven, llamada Dª Mariana Feijoo y Ordoñez (curiosa coincidencia de apellidos: Rajoy y Feijoo), con la que se comprometió en matrimonio. Pero Dios le llamaba por otros caminos y, tras obtener el permiso de su prometida (entonces estas cosas se hacían con exquisito cuidado), comenzó a cursar la carrera eclesiástica, siendo ordenado sacerdote en 1724, a los 34 años, una edad avanzada para la época.
         Tras desempeñar varios cargos relevantes, fue consagrado obispo en 1751, rigiendo la sede compostelana durante veinte años. Allí desarrolló una labor ingente, empeñando la fortuna heredada de sus padres en obras como el palacio que sufragó íntegramente, pero también en colegios, hospitales y hospicios. Es recordado también porque, en un momento en el que el hambre asolaba Galicia, como consecuencia de las malas cosechas, fletó veinte barcos que, desde Francia, trajeron el trigo necesario para alimentar a numerosas personas.

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