Uno de
los santuarios marianos que más devoción ha concitado en nuestra comarca es la
ermita dedicada a la Virgen del Puy en la villa de Mallén, la cual fue
restaurada completamente hace unos años.
Allí, bajo un baldaquino sobre el que campean las
armas del concejo de la villa, se venera la imagen de la Virgen que es copia de
la existente en la localidad francesa de Puy, hoy Le Puy-en-Velay, en el departamento
del Alto Loira, dada el origen de esta devoción.
Porque,
cuando en Mallén se padecía un período de prolongada sequía, decidieron peregrinar
hasta esa ciudad de Francia para pedir protección a la Virgen. Le Puy-en-Velay
es una hermosa localidad, declarada Patrimonio de la Humanidad, en cuya catedral
se venera la llamada "Virgen negra”. El casco urbano está dominado por dos
montículos de roca, en uno de los cuales se alza la ermita de San Miguel y en
el otro una gran imagen de la Virgen.
Los
peregrinos recibieron instrucciones de María y, al regresar a Mallén, se dirigieron
en compañía de muchos convecinos al lugar que les había indicado la Virgen y
removiendo el suelo con sus bordones, comenzó a brotar una copiosa fuente que
todavía existe, protegida por unos arcos, a los pies de la actual ermita.
Ante
tan prodigioso milagro se decidió levantar allí una ermita sobre la que, en el
siglo XVIII, se construyó el actual templo. Las obras fueron sufragadas por el
concejo y finalizaron en 1768. Es un edificio de planta de cruz latina que,
inicialmente, había sido proyectado de mayores dimensiones, quedando reducida
su nave a dos tramos, aunque en la fachada del hastial se advierten las
adarajas dispuestas para su pretendida ampliación. A la ermita y a la historia
de su fundación ya nos habíamos referido en anteriores ocasiones, pero hoy
queremos comentar las numerosas indulgencias concedidas a los miembros de la cofradía
que tiene como titular a esa imagen, al haber encontrado en el archivo de la
familia Zapata una copia de la Bula expedida por el Papa Alejandro VII, el 24 de
julio de 1661, un siglo antes de la construcción de la actual ermita, lo que
nos ayuda a datar el origen de su devoción.
Merece
la pena exponer el contenido de este documento, dado que las indulgencias que
se otorgan son inusualmente llamativas:
Así,
cuando cualquier persona ingresara en la cofradía, obtiene ese día remisión y
absolución de todos sus pecados. Asimismo, si hubieran fallecido su padre o su
madre y estuvieran en el Purgatorio, salen inmediatamente de ese lugar.
Confesando
y comulgando todos los días de las fiestas dedicadas a la Virgen, con sus
octavas, obtienen “jubileo plenísimo”, siendo “absueltos
a culpa y pena como el día en que se bautizaron”.
Rezando
un Credo y una Salve, cualquier día del año, se les concede indulgencia plenaria
y se saca un alma del Purgatorio.
Cuando
se visitara a un enfermo o a un preso de la cárcel, o enviaran a algunos a
visitarlos, si lo hicieran por amor a Dios, se les conceden mil años de
indulgencia y otras tantas cuarentenas de las penitencias que les fueran
impuestas por sus pecados.
Rezando
cinco Padrenuestros y cinco Avemarías, cualquier día del año, se lucran 40.000
años de perdón.
Si
ayunaran siete sábados consecutivos del año, a intención de los Dolores que
padeció la Virgen estando al pie de la Cruz, se les concede jubileo plenísimo a
la hora de la muerte, sacando además un tres almas del Purgatorio todos los
días.
Acompañando
al Viático y rezando un Padrenuestro y un Avemaría se obtiene indulgencia
plenaria y sacar un alma del Purgatorio.
A los
que comulgaran todos los días de las fiestas de la Virgen con sus octavas y
otros días del año, lucran jubileo plenísimo en la hora de la muerte, diciendo “Jesús”
con el corazón, si no pueden hacerlo con la boca.
A los
que recitaran la jaculatoria “Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del
Altar”, se les concede indulgencia plenaria y además el sacar cinco almas del
Purgatorio la primera vez
A los
que dan limosna para adornar la capilla de la Virgen, son absueltos de todas las
penitencias que les hubieran sido impuestas y no hubieran cumplido por descuido;
y 200 días de indulgencia a los que rezaran la Corona de la Virgen.
A
todas ellas ha de añadirse que los cofrades se benefician de todas las
indulgencias que se ganan en Roma, Jerusalén y Santiago que, como señala el
Pontífice en el documento, “son infinitas”.
Desde
luego no tenemos noticia de que ninguna cofradía de nuestra comarca ni de otros
muchos lugares haya recibido privilegios tan importantes y teniendo en cuenta
de que el Papa hace constar en su bula el deseo de que “duren perpetuamente y
que no puedan ser tachadas, y si alguno lo hiciere incurra en la indignación de
Dios”, están plenamente en vigor, por lo que quienes quisieran participar de
ellos, deberían inscribirse inmediatamente en esa cofradía mallenera.
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