En el
archivo de la familia Zapata se conservan varios recibos justificativos de la
celebración de Misas, por encargo de Dª. Magdalena Villanova, residente en
Mallén, en el convento de agustinos descalzos de la ciudad de Borja.
El
primero de ellos, lleva fecha de 1 de abril de 1799, y, en él, fray Pedro de
San Joaquín, como Prior del citado convento y con la peculiar ortografía de la
época, confiesa haber celebrado cincuenta Misas, percibiendo tres sueldos “de
caridad” por cada una de ellas.
Este
otro recibo lleva fecha de 16 de agosto de ese mismo año y corresponde a veinte
Misas. En ambos casos, al pie se encuentra el sello en papel del convento y una
escotadura, intencionadamente realizada, probablemente como resguardo que
quedaría en poder del convento.
Fundado en 1602, el
convento se levantaba en la plaza de España, siendo el único de los cuatro
conventos de religiosos que se edificaron en el interior del casco urbano. Tras
la Desamortización, su iglesia fue derribada para abrir en el solar resultante
la calle Nueva. El edificio conventual subsistió hasta mediados del siglo XX,
dado que sirvió para cárceles y, posteriormente, como sede de Correos y
Telégrafos, entre otros fines.
En las fotografías se
puede ver el aspecto que tenía y, en la segunda, el detalle de su portada que no
era la original de ladrillo, sino la realizada en piedra, en 1699, por Diego
Lizando.
Fue derribado para
construir el actual edificio de Ibercaja. Debemos recordar que allí tomó el
hábito de agustino el beato fray Martín de San Nicolás, natural de Tabuenca y
martirizado en Nagasaki (Japón) el 11 de diciembre de 1632, como recuerda una
placa colocada en su actual fachada.
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