Con Purujosa tuvimos suerte. Era el
último año del concurso y, a pesar de su relativa lejanía, fueron muchos los
fotógrafos que se desplazaron hasta allí y, por diversas causas, pudimos
conservar tres de las colecciones presentadas.
El premio lo ganó el incansable Santi Viladrich i Pujol, con una colección muy bonita con una colección de cuatro fotografías que mostraban aspectos muy concretos e identificables de la localidad, como esta vista de la iglesia parroquial que se encontraba en fase de restauración.
La completaban estas vistas generales
del caserío enriscado, tomadas desde diversos ángulos, aprovechando las posibilidades
que ofrece un entorno especialmente fotogénico.
Pero aquel año, el Jurado decidió
conceder un accésit a la colección presentada por Xavier Ferrer Chust, un fotógrafo
de Vila-Real (Castellón) con una dilatada trayectoria, jalonada de premios y de
interesantes trabajos. En este caso se valoró la originalidad del enfoque a la
hora de abordar la realidad de unos edificios en los que supo poner de manifiesto
sus características constructivas.
Por razones que desconocemos también
hemos conservado en nuestro archivo la colección presentada por María Pilar
Sáinz Cargo, integrada por cinco fotografías en las que mostraba la realidad de
esa localidad en la que ya había mejorado notablemente el aspecto de sus calles.
Se fijó en algunos edificios
en ruinas y le llamó la atención la leña acumulada en el exterior de otros, constituyendo
un conjunto de imágenes que tienen también notable interés.
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