La iglesia parroquial de Ambel, junto con la contigua casa conventual de la Orden de San Juan de la que la localidad fue cabecera de una encomienda, constituye uno de los conjuntos monumentales más importantes de nuestra comarca, declarado Bien de Interés Cultural en 2001. En estos momentos, la iglesia está sometida a una nueva fase de restauración que afecta a su fachada y estuvimos visitando las obras el pasado Día de Reyes.
En primer lugar, debemos recordar que el
aspecto externo de la iglesia difiere bastante de lo que pudiera esperar de un
templo mudéjar, porque, hacia 1550, fue construido un cuerpo adosado a la nave
del templo, entre la torre de los Monserrat, situada a sus pies, y la de las
campanas, en la cabecera.
Este cuerpo adoptó una solución
constructiva de tres series de arcos rebajados cuyo número se doblaba en
altura: tres en la parte inferior, seis en el piso intermedio y tres en el superior.
Tras ellos, en los dos pisos superiores se encontraban los llamados “corredores”
a los que se accedía desde el torreón de los Monserrat.
Fue en 1930 cuando se tapiaron los vanos
del segundo piso con el fin de utilizar ese espacio como clases para impartir
la catequesis y, cerrados llegaron hasta nuestros días.
Desde hace años, la iglesia parroquial
de San Miguel ha estado sometida a obras de rehabilitación. Primero se
restauraron las dos torres y, posteriormente, el interior del templo, lo que
obligó a cerrarlo al culto. Se inició, después, la restauración de la fachada
que, en un primer momento, consistió en la instalación de una estructura de apeo
en la arquería superior, dado el peligro existente (primera imagen). Luego, se
procedió a restaurarla, retirando los elementos metálicos del apeo, quedando
con el aspecto que ofrece la segunda imagen y así permaneció bastantes años, con
la esperanza de que pudiera abrirse la arquería inferior.
Esa es la obra que se ha acometido ahora,
con el resultado que muestran estas imágenes, aunque los trabajos no han
finalizado, dado que falta por instalar una barandilla en los vanos que, además,
serán cerrados con malla metálica (como en la planta superior) para protegerlos
de la intrusión de las palomas.
Una cuestión que ha sido objeto de
comentarios es el hecho de que la arquería inferior se mantenga cerrada, aunque
con un revestimiento de mortero que marca la diferencia con el ladrillo de sus
arcos. Pero, estos arcos nunca estuvieron abiertos. Así lo documentó el Prof. Gerrard
en su obra Paisaje y señorío: la casa conventual de Ambel. Bajo el arco central
se encontraba la portada de acceso al templo; el de la izquierda corresponde a
la capilla de la Magdalena y el de la derecha a la sacristía.
El único reparo que cabe poner a la
obra es que, al parecer, por motivos presupuestarios no se va a adecentar el
interior de esos “corredores”, en los que quedan restos de su compartimentación
y hasta toscos grafitos. Sí se han enlucido las paredes laterales, pero el
resto tendrá, posiblemente que esperar a una nueva fase de los interminables
trabajos de restauración de la iglesia.
No obstante, lo que ahora se está ejecutando,
constituye un paso importante en la recuperación de este monumento que va a ver
mejorado sensiblemente su aspecto exterior.
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