lunes, 3 de septiembre de 2018

Una tradición viva y compartida en Albeta



         Ayer se celebró en Albeta la llega, junto con el pesaje de los niños nacidos en el último año, una hermosa tradición viva, dado que reúne dos de las condiciones necesarias para que estos actos no sean meras recreaciones. Por un lado, tiene el carácter de autenticidad que brota del sentimiento y devoción de los habitantes de Albeta hacia su Patrona la Virgen del Rosario y, por otra parte, es sumamente participativa, hasta el punto de convertirse en una celebración comunitaria que, además, saben compartir con los visitantes que llegan para conocerla.





         Nosotros llegamos con la suficiente antelación como para hacer una pausa en ese espacio maravilloso que hay frente a su iglesia parroquial, donde a la sombra de los árboles que allí crecen nos parecía encontrarnos junto a los canales de Babilonia.




         Al término de la celebración eucarística dominical salió, bajo palio, la imagen de la Virgen portada, en esta ocasión, por el nuevo mayordomo, para efectuar el recorrido habitual de cada primer domingo de mes. Toda una premonición cuando ya los sacerdotes, debido a las muchas parroquias que atienden, ya no pueden desempeñar este tipo de cometidos propios de esa profunda religiosidad popular que, sin embargo, sigue siendo uno de los pilares sobre los que se asienta la Fe de muchas personas.





         Se inició, a continuación, el recorrido de la llega, con la participación de los danzantes que, al son de la música de los gaiteros de Albeta, marcharon a la casa del mayordomo del año anterior.




         Allí, D. Jesús Cuber hizo entrega a Ignacio López Lajusticia, el joven en el que este año ha recaído el honor de ser mayordomo, la imagen de la Virgen con la cajeta para recoger las limosnas que cada familia ofrece, lo que constituye el fin de la llega, recaudar fondos para la cofradía.



         El grabado que representa a la Virgen del Rosario es importante, aunque el que aparece en la cajeta es una reproducción del original, realizada por Litografía Larruga de Zaragoza a comienzos del siglo XX, dado que fue realizado por Mateo González, el mejor grabador zaragozano de la segunda mitad del siglo XVIII, sobre un dibujo del gran pintor borjano Buenaventura Salesa.




         Como en muchas de las casas del recorrido estaban preparadas mesas con refrescos y aperitivos en abundancia, para todos los participantes y, ante ellas, bailan los danzantes, de manera que la ceremonia se prolonga hasta comienzos de la tarde.




         Mientras tanto, la Virgen entra en muchas de las casas, donde es recibida con gran devoción, depositando cada familia su aportación económica. Una de ellas fue, precisamente, la del Sr. Alcalde de Albeta D. Pedro Feliciano Tabuenca López, donde también tuvo lugar el pesaje de uno de los dos niños de este año.




         Los danzantes fueron a recoger al Centro de Interpretación del Valle del Huecha, donde se expone el resto del año, la balanza con la que iban a ser pesados los niños que, en lugar de platillos consta de dos grandes capazos. Uno para el niño que se pesa y el otro para el trigo que la familia dona a la Virgen.






         La primera en ser pesada fue la niña Carmen Báez Ballesta que arrojó un peso de siete kilos y que estuvo muy tranquila en su capazo, mientras se cumplía el rito, y luego posó con sus padres, ataviada con el traje de danzante.






         El segundo fue el niño Nico Jiménez Artal, también ataviado con el traje de danzante e, incluso, con un palo en la mano. Lo depositó su madre, mientras que el padre tuvo que esforzarse volcando más trigo en el otro capazo, dado que el zagal dio un peso de 12 kilos.



         Los danzantes, incansables, interpretaron numerosos bailes, a pesar de que, conforme avanzaba la mañana, la temperatura iba sumiendo, casi a la par que el entusiasmo de los albeteros.




         Ello provocó el que, en un momento dado, algunos de los presentes, entre ellos el mayordomo y su padre, tomaran los palos para ofrecer un recital de su dominio del paloteado, porque en Albeta todos saben bailarlo y, en un momento u otro, han sido danzantes.






         Cerca ya de las tres de la tarde, la comitiva llegó a la casa del mayordomo, donde posó la familia López-Lajusticia que ofreció un espléndido ágape con el que se puso fin a esta hermosísima tradición. Que la Virgen del Rosario, a la que tanta devoción tiene, siga protegiendo a todos los habitantes de Albeta es nuestro deseo, tras haber compartido con ellos una mañana inolvidable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario