Según relata el Evangelio de San Juan, Pilato tras interrogar a Cristo no encontró en Él ninguna culpa que justificara la condena que le pedía la muchedumbre instigada por los sumos sacerdotes. Por ello, en un intento por salvarlo mandó azotarlo. Curioso procedimiento al que, junto a la crueldad de flagelación romana, vinieron a sumarse las burlas que le infirieron los soldados.
Con el rostro y el cuerpo destrozados
por los latigazos, coronado de espinas y con el manto rojo que, como burla, le
habían colocado, lo mostró al pueblo pronunciando las palabras “Ecce Homo” (He
aquí al Hombre), que lejos de ablandar a la multitud le hicieron arreciar las
peticiones de muerte.
El pasado sábado, Borja revivió este
terrible momento de la Pasión, cuando el rostro desfigurado de Cristo fue
mostrado a la multitud por la primera autoridad que, para conmemorar el décimo
aniversario del acontecimiento que, a raíz de un artículo publicado en este
blog, dio la vuelta al mundo.
Ni los que tomaron esta decisión ni
muchas de las personas que asistieron al espectáculo eran conscientes de que lo
que se mostraba era, en definitiva, una imagen desfigurada de Cristo convertida
en cabezudo. No creemos que existan precedentes de un hecho similar en todo el
mundo y nos preguntamos qué ocurriría si el cabezudo representara al profeta de
otra religión y, en este caso, la esperpéntica imagen era la de Dios hecho
Hombre, no menos desfigurado que aquel primer Ecce Homo.
Quedamos a la espera de la opinión que,
en este caso, deberían emitir los sumos sacerdotes. Mientras tanto veremos al
que manifestó “Dejad que los niños se acerquen a mí” corriendo tras los
pequeños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario