En el
artículo anterior hicimos referencia a esta ilustre familia borjana y a las
posibles ubicaciones de su casa. Hoy vamos a comentar algunos aspectos
relacionados con Don Juan de Coloma, el Secretario de los Reyes Católicos que
es, sin duda, uno de los personajes más importantes nacidos en nuestra ciudad.
Respecto
al mismo, los datos biográficos correspondientes a sus primeros años son
escasos y son objeto de debate por quienes se han ocupado de él. No se conoce,
con precisión, ni el nombre de sus padres ni la fecha exacta de su nacimiento
que, en cualquier caso, tuvo lugar en torno a 1440.
El
2 de junio de 1449 un Juan de Coloma fue armado caballero, siendo su padrino
Simón de Guiesa, vecino de Borja. Es muy improbable que se tratara de nuestro
personaje ya que, en aquellos momentos, era un niño de corta edad. Algunos
piensan que se trataba de su padre que, de esta forma, habría accedido a la
condición de infanzón.
Es
indudable que, por entonces, la familia había mejorado sensiblemente su
condición social, algo que pudo estar relacionado con la presencia en Borja de
la reina Doña María de Castilla.
En
cualquier caso, el joven Juan recibió una formación sólida que le permitió
acceder a la Corte en torno a los 20 años de edad, llegando a convertirse en
Secretario de Juan II de Aragón y una de las personas más allegadas al monarca,
al que acompañó en todas sus empresas, estando presente en la batalla de
Rubinat.
Curiosamente,
uno de los primeros documentos en los que aparece la firma de Juan de Coloma,
como secretario de Juan II, es en la autorización otorgada por el monarca para
derribar la puerta de Zaragoza y una parte de la muralla, para poder construir
el claustro de la colegiata de Santa María de Borja, en 1465.
La
figura del Secretario era mucho más importante que la de un simple funcionario
administrativo, estando más próxima a lo que actualmente consideraríamos un
ministro. De ahí la influencia que, muy pronto, adquirió Juan de Coloma y las
consecuencias económicas que se derivaron, tanto por el favor del monarca como
por la red de influencias tejidas.
Como
muestra de su posición preeminente en el reino, mandó edificar una casa palacio
en el Coso de la capital aragonesa que fue derribado, en 1912, para levantar el
edificio del Casino Mercantil, luego sede de Cajalón. En este edificio, obra
del arquitecto zaragozano Francisco Albiñana, se conservan varios alfarjes del
antiguo palacio de los Coloma.
En
1479, Coloma contrajo matrimonio con Dª Isabel Díez de Aux que era nieta del que
fuera Justicia Mayor de Aragón D. Martín Díez de Aux, entre 1434 y 1439, año en
el que fue detenido y ejecutado en el castillo de Xátiva.
Poco
antes, el 20 de enero de 1479, había fallecido en Barcelona el rey Juan II,
accediendo al trono su hijo Fernando II, el futuro Rey Católico. Fue en ese
periodo de transición cuando se produjo una denuncia contra el Secretario del
anterior monarca que dio origen a la confiscación de todos sus bienes y a su
encarcelamiento en Xátiva que tan trágicos recuerdos le traería por el episodio
antes comentado.
No conocemos detalles
de lo ocurrido, pero Coloma pudo salir airoso de este trance y volvió a ser
nombrado Secretario del rey Fernando y, más tarde, Protonotario de la reina,
recobrando su posición de personaje clave en el entorno de los reyes.
En 1486, adquirió a
Miguel Gilbert la baronía de Alfajarín que terminaría vendiendo a los Espés, en
1497. La huella de Coloma sigue estando presente en esa localidad pues fue él
quien mandó construir la magnífica torre de su iglesia parroquial, obra de los
alarifes mudéjares Abdalla de Brea y Mahoma de Monferriz.
Coloma ha pasado a la
Historia, entre otras razones, por ser quien, en nombre de los monarcas firmó
las Capitulaciones de Santa Fe que hicieron posible el Descubrimiento del Nuevo
Mundo. En representación de Colón, actuó como signatario el franciscano fray
Juan Pérez, uno de los principales valedores del almirante, junto con fray
Antonio de Marchena, ambos del convento de la Rábida.
En agosto de ese mismo
año de 1492, Coloma debió acompañar a los Reyes Católicos durante su estancia
en Borja, en cuya colegiata de Santa María se celebró la Junta General de la
Hermandad del reino. Los reyes llegaron el día 8 con un importante séquito del
que formaban parte el príncipe D. Juan, las infantas y altos dignatarios, como
los duques de Nájera y Medinaceli. Rafael García afirmaba que se alojaron en el
llamado “palacio” de Sayón, algo imposible porque no había sido construido y,
por otra parte, su emplazamiento alejado del casco urbano lo harían
desaconsejable. Es razonable suponer que eligieran como aposento, durante los
ocho días que permanecieron aquí, la casa de su Secretario que, por otra parte,
debió influir para que ese acontecimiento tuviera lugar en su ciudad natal.
De Borja, los reyes
marcharon a Barcelona mientras que Coloma pasó a Francia para negociar la
devolución del Rosellón y la Cerdaña que culminó con la firma del tratado de
Barcelona, en 1493. Durante esta misión, estuvo a punto de perecer a manos de
los franceses, siendo salvado por el caballero Bartolomé de Tremps, que resultó
muerto y al que dedicó un cariñoso recuerdo en su testamento.
Al regreso a Zaragoza,
D. Juan que había quedado viudo y sin descendencia, poco después de su primer
matrimonio, contrajo nuevas nupcias. En esta ocasión, la elegida fue Dª María
Pérez de Calvillo, perteneciente a una destacada familia, oriunda de Mallén y
establecida en Tarazona. Dª María era hija de D. Juan Pérez Calvillo y de Dª
Beatriz de Heredia, señores de las baronías de Malón, Maloncillo, Vierlas y
Bisimbre que por este matrimonio pasaron a la línea de los Coloma.
Poco después, la
estrella política de D. Juan comenzó a declinar, siendo reemplazado en el puesto
de Secretario por Miguel Pérez de Almazán con el que las relaciones no fueron
nunca cordiales y frecuentes las quejas de Coloma por la falta de atención que
le era dispensada.
Decidió retirarse a su
casa de Borja, donde en 1497 fue uno de los personajes destacados que llevaron
las andas del túmulo en el funeral que se celebró en la colegiata de Santa
María, tras la muerte del príncipe D. Juan.
Castillo de Elda
Pero una cosa era la
pérdida de influencia política y otra muy distinta el que ello repercutiera en
su situación económica ya que, ese mismo año de 1497, adquirió a los condes de
Cocentaina los señoríos de Petrer, Elda y Cocentaina, en el reino de Valencia.
Poco antes de su muerte aún tuvo ocasión de comprar en Borja el molino de
Colinas y el señorío de la mitad de Albeta. La otra mitad era de los Vera y
Torrellas, la familia propietaria de la Casa de las Conchas.
En Borja transcurrieron
los últimos años de su vida, en compañía de su mujer y del único hijo que
tuvieron, D. Juan Francisco Pérez Calvillo de Coloma, al que haremos referencia
en el siguiente artículo, así como a su descendencia. Tuvo también otro hijo,
fruto de una relación extramarital, llamado Juan Pedro de Coloma, al que cita
en su testamento. No lo hace, en cambio, con otra hija natural llamada María de
Coloma que, por entonces, había profesado en el convento de Jerusalén, fundado
por D. Juan en la capital aragonesa y del que, años después, saldrían las
religiosas que fundaron el de Borja.
A finales de julio de
1517, al sentirse gravemente enfermo, marchó a Zaragoza donde otorgó testamento
el 7 de agosto, falleciendo siete días después, siendo enterrados sus restos en el sepulcro que había mandado
construir a Gil de Morlanes en la capilla de Santa Ana de la iglesia del
convento de Jerusalén.
Entre las numerosas disposiciones testamentarias
figuran las relacionadas con Borja. Una de ellas hace referencia a la iglesia
de Nuestra Señora de Belén que se levantó entre la plaza del Olmo y de las
Canales que subsistió hasta 1781, siendo derribada en 1811, de la que como
único recuerdo ha quedado el lienzo de Ntra. Sra. de Belén que se conserva en
el Museo de la Colegiata y el nombre de la calle. En el caso de que sus hijos
fallecieran sin descendencia estableció que sus posesiones de Borja fueran
enajenadas destinando lo recaudado al “hospital de Santa María de Borja”.
Asimismo estableció una fundación para dotar a jóvenes borjanas sin recursos
para casarse, tanto de su familia como de otras de la ciudad. Anteriormente, había
encargado a Jaime de Lana, según señalaba Carmelo Rodríguez Abad, un retablo
dedicado a San Miguel para la parroquia borjana del mismo nombre del que no
tenemos más información.
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