viernes, 2 de noviembre de 2012

Sobre la lápida del humilladero de Borja



            En el artículo publicado ayer, sobre el Humilladero de Borja, hacíamos referencia a la lápida que existe a la entrada del mismo, reproduciendo la transcripción que de la misma efectuó Rafael García, en 1902, que era la siguiente:
 Amplisimun hoc cemeterium justa aediculam vivifica olim cruci sacran, novisime refecta, arque Dolorosae desparae solemniter dicatan. Ad tuendam civium sanitaten. D. Julianu a Calleja, utriusque Juris Complutensis doctor Borgiae que fidelisimae Urbis Praetor, publico sumptu construit fuit. Anno Dne. MDCCCXXII. Nonis Auguste D. Ferndinando VII regnante”.
A partir de la fotografía que incluimos ya se advertían algunos errores manifiestos en la misma. No es de extrañar, por lo tanto, que como habíamos previsto varios lectores los hayan señalado.
Especialmente importante ha sido la aportación de D. Raúl Rivarés que nos ha enviado el texto correcto y su correspondiente traducción que, incluimos a continuación:

            Transcripción de la inscripción:

            “AMPLISSIMVM HOC COEMETERIVM IVXTA AEDICVLAM VIVIFICAE OLIM CRVCI SACRAM NOVISSIME REFECTAM ATQUE DOLOROSAE DEIPARAE SOLLEMNITER DICATAM AD TVENDAM CIVIVM SANITATEM D. IVLIANVS A CALLEJA VTRIVSQVE IVRIS COMPLVTENSIS DOCTOR BORGIAEQVE FIDELISSIMAE VRBIS PRAETOR PVBLICO SVMPTV CONSTRVI FECIT ANNO DNI. MDCCCXXII NONIS AVGVSTI D. FERDINANDO VII REGNANTE”.

            Su traducción, según Raúl Rivarés:
“Este amplísimo cementerio, junto a la capilla en otro tiempo consagrada a la Cruz que da vida, últimamente reconstruida y dedicada solemnemente a la Dolorosa Madre de Dios, para proteger la salud de los ciudadanos, hizo construir con dinero público D. Julián de Calleja, doctor en ambos derechos por Alcalá y corregidor de la Fidelísima Ciudad de Borja.  En el año del Señor de 1822, en las nonas de agosto (=5 de agosto), reinando D. Fernando VII”.
            Queremos agradecer esta interesante aportación de Raúl Rivarés que, por su formación como historiador y amante de la lengua latina, nos ha prestado ayuda en diversas ocasiones, señalando al mismo tiempo el cuidado con el que debemos considerar las transcripciones efectuadas por personas, sin duda entusiastas y bienintencionadas, pero carentes de la preparación y los conocimientos necesarios para esas tareas.


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