Hoy,
día de San Lorenzo, son fiestas patronales en la villa de Magallón, aunque no
podemos reproducir su programa, como solemos hacer con todas las localidades de
nuestra zona ya que, por el momento, no lo hemos recibido. Sin embargo,
queremos dedicar un recuerdo a este famoso santo al que la tradición hace
natural de Huesca, a través de una de las obras conservadas en la sala VI de
Museo de la Colegiata de Borja.
Se
trata de una hermosa escultura en alabastro, de 83 centímetros de altura,
realizada en el siglo XVI y que aparece catalogada como “Santo diácono,
mártir”, aunque nos inclinamos a considerar que, por las razones que
expondremos, es una representación de San Lorenzo.
Que
se trata de un diácono no ofrece la menor duda, ya que viste dalmática, la
vestidura litúrgica propia de los mismos. La dalmática consta de dos piezas,
separadas lateralmente, que caen por la parte anterior y posterior del cuerpo,
hasta la altura de las rodillas. Dispone de mangas cortas y se dispone sobre el
alba. En tono al cuello se coloca el collarín, sujeto al frente por dos
cordones rematados con borlas.
Los
diáconos más venerados son San Lorenzo y San Vicente que se distinguen por el
atributo propio de su martirio. San Vicente, que era diácono del obispo de
Zaragoza San Valero, fue martirizado en Valencia durante la persecución de
Diocleciano, donde tras sufrir diversos tormentos fue arrojado al mar fue
arrojado al mar con una rueda de molino al cuello el 22 de enero de 204. Por
este motivo, en sus representaciones siempre aparece con esa gran rueda
circular de piedra.
Por
su parte, San Lorenzo fue uno de los siete diáconos de Roma ordenados por el
papa Sixto II. Padeció el martirio en esa ciudad, durante la persecución del
emperador Valeriano, falleciendo el 10 de agosto de 258, quemado en una
parrilla que por ello es el atributo iconográfico propio.
Aunque
la estatua del Museo de la Colegiata ha sufrido importantes deterioros,
faltándole la cabeza y los brazos, en la parte lateral se advierte lo que
podría ser una parrilla con su mango, razón por la que nos inclinamos a pensar
que se trata de San Lorenzo pues, de ninguna manera, se asemeja a la rueda que
sería propia de San Vicente.
Esta
obra fue encontrada en la cripta de la colegiata durante las labores de
limpieza de la misma. Al parecer, existía otra escultura de características
similares que desapareció. Lo más probable es que formaran parte de un retablo
renacentista de gran calidad que, como otras muchas obras de arte del antiguo
templo, fue destruido durante las obras de remodelación emprendidas en el siglo
XIX, de acuerdo con el gusto neoclásico, que dieron como resultado la nave que
hoy conocemos.
Al
crearse el museo fue instalada en el corredor de la segunda planta y, en la
última reforma del mismo, se colocó en la sala VII, dado el interés de que
entraña para el conocimiento de esa etapa de la colegiata. Por el momento, no
ha podido ser documentada ni existen publicaciones en torno a la misma, algo
que sería muy deseable.
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