lunes, 16 de marzo de 2015

Castillos de nuestra zona: El castillo de Talamantes


            Íntimamente relacionado con los castillos de Ferrera y Ferrellón, a los que aludíamos en un artículo anterior, se encuentra el de Talamantes del que insertamos hoy una espectacular colección de imágenes realizadas recientemente por Enrique Lacleta. 






            El castillo constituye la prolongación de una cresta rocosa y se alza sobre el barranco de Peñezuela, controlando con los de las peñas de Herrera una de las vías de comunicación con Castilla. Inicialmente, fue encomendado a la Orden del Temple y, tras su disolución, pasó a propiedad de la Orden de San Juan de Jerusalén que lo mantuvo hasta el siglo XIX, aunque su función defensiva había dejado de tener interés desde hacía varios siglos. Talamantes fue la cabecera de una encomienda de la citada Orden de Malta, con Añón, siendo uno de los raros casos en los que una encomienda era conocida por el nombre de dos de las localidades que la integraban; en este caso Añón-Talamantes. 



En esta fotografía se perciben con gran claridad las características de esta cresta rocosa a la que hemos hecho referencia, al final de la cual se levantó el castillo.



Lo primero que se edificó fue un torreón cuadrangular de unos seis metros de lado, justo en el límite de las rocas, del que se conserva la parte inferior pues, inicialmente, tuvo mucha mayor altura teniendo en cuenta que este punto era el más vulnerable del castillo. 



            A ese primer torreón se le añadieron dos lienzos de muralla que confluyen casi en punta, delimitando un reducido espacio de 32 x 8 metros. El muro norte se ha conservado perfectamente, incluso con la mayor parte de sus almenas, con un torreón con un torreón rectangular en el centro que no tenía cierre hacia el interior.




            Sin embargo, el muro sur se derrumbó hace tiempo, por lo que el aspecto del castillo, en la parte que domina el casco urbano es completamente diferente de la que ofrecían las imágenes anteriores. 





            Es interesante constatar las características del lienzo conservado, de sólida mampostería en el exterior, aunque revestido de tapial al interior. Aunque este último está sumamente deteriorado, llama la atención el estado en que se encuentra el camino de ronda, así como las almenas en las que se alternan las ciegas con otras dotadas de saeteras.  




            Que estas imágenes sirvan para estimular la visita a esta hermosa localidad que, junto con el castillo, cuenta con otros atractivos como la ermita de San Miguel, al pie del barranco de Valdetreviño o la iglesia parroquial de San Pedro, junto con un punto de información sobre el Parque Natural del Moncayo, en el antiguo lavadero, de manera que aquí se unen sus recursos naturales con los arquitectónicos y artísticos.

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