En
el término municipal de Buñuel, aunque lindando con Cortes de Navarra y
Novillas, aún se conserva el recuerdo de lo que en los mapas topográficos
aparecía reseñado como “Estado de Mora”.
Debemos
a D. Cesáreo de Oliver y Monteso, no hace mucho desaparecido, un documentado
estudio sobre este singular señorío que, junto con su proximidad a nuestra
comarca, guarda relación con nuestra ciudad por el hecho de ser propiedad de
los Vicente de Montesa que entroncaron con la familia borjana de los López de
Caparroso, que más tarde serían creados marqueses de Montesa.
El
llamado “Estado de Mora” era un señorío antiquísimo, hasta el punto de que se
sus señores tenían el primer asiento perpetuo en las Cortes de Navarra. Había sido
creado, poco después de la Reconquista por Alfonso I el Batallador que hizo donación
del mismo, en 1155, a García Ximénez.
En
el siglo XV era señor de Mora D. Pedro Vicente, cuya hija Luisa casó con D,
Juan de Tornavira, siendo heredado el señorío por D. Francisco Vicente de
Tornavira. Aunque nacido en Tudela, residió con frecuencia en Mora, donde
disponía de un palacio, casa de armería, extensas tierras de labranza y una
pequeña agrupación de casas para los encargados de cultivarlas.
No
tuvo hijos varones, sino dos hijas. La mayor Mariana contrajo matrimonio con el
infanzón D. Pedro de Erla, vecino de Mallén, mientras que la segunda, Jerónima,
lo hizo con D. Carlos de Montesa y Luna, natural de Tudela, en los que recayó
el señorío.
Fue
su hijo Francisco Vicente de Montesa el que se casó, en 1625, con Dª Rafaela López de Caparroso y Jordán, sobrina
nieta del obispo borjano fray Juan López de Caparroso, siendo los que heredaron
la capilla de los Mártires en la colegiata de Santa María, a la que hicimos
referencia hace poco, con ocasión de un artículo de D. Alberto Aguilera Hernández.
Como
es sabido, un nieto de los anteriores, D. Fernando Vicente de Montesa y
Gorráiz-Beaumont fue creado marqués de Montesa, en 1712, por Felipe V. Él fue
quien remodeló la capilla, colocando sus armas en las pechinas de la magnífica
cúpula.
Precisamente,
en el citado artículo de D. Cesáreo Oliver se aportan datos interesantes sobre
las armas de los Mora y Montesa que nos ayudan a comprender las existentes en
la capilla de los Mártires.
Las
originales de los señores de Mora fueron una cruz de plata flordelisada sobre
campo de gules. Juan II de Aragón y Navarra concedió a D. Pedro Vicente que
pudiera unir a ella tres barras de las armas reales de Aragón y la leyenda “Virtvs
in infirmitate perficitur” (El valor se logra ante la debilidad).
Por
lo tanto, en la capilla encontramos en el primer cuartel las de los Mora; en el
segundo, los lobos de los Caparroso; en
el tercero los árboles de los Montesa y en el cuarto las de Gorraíz-Beaumont,
que traían las del Roncal y Navarra. Están timbradas por la corona de marqués y
sobre ella la leyenda antes citada.
De
esta antigua propiedad quedan las tierras y un soto junto al Ebro que lleva su
nombre, así como restos del antiguo caserío. Nos ha parecido interesante
recordarlo, en homenaje al autor del trabajo que, en su momento, nos atendió
con gran cordialidad en su casa de Buñuel, donde guardaba recuerdos del
despoblado de Gañarul, motivo de nuestra visita.
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