El pasado
4 de octubre nos sumamos a la iniciativa del Colegio Oficial de Arquitectos de
Madrid, llamando la atención sobre las destrucciones efectuadas, por el denominado
“Estado Islámico”, en la ciudad de Palmira (Patrimonio de la Humanidad), donde
además decapitaron al arqueólogo Khaled Assad, de 82 años de edad.
La
tragedia ha continuado posteriormente, al haber sido volada el maravilloso arco
de triunfo de la citada ciudad que ha desaparecido por completo.
También
se ha difundido la noticia de que han sido colocadas cargas explosivas en el
teatro con el propósito de llevar a cabo su voladura en el momento que
consideren oportuno.
El
especial atractivo que ejerce Palmira ha relegado a un segundo plano otras
destrucciones llevadas a cabo anteriormente. Entre ellas, la de la ciudad de
Nimrud, una de las capitales del imperio asirio, situada a unos 30 kilómetros
de Mosul. Allí, los miembros del ISIS utilizaron mazos para borrar importantes
testimonios arqueológicos y, después, volaron las ruinas en marzo pasado.
Estamos
asistiendo estupefactos a unos hechos que, según el Derecho Internacional, son
considerados de “crímenes contra la Humanidad”, así como a la cruel ejecución
de muchas personas, sin que parezca vislumbrarse el fin de esta pesadilla, sino
que, por el contrario, puede ser el preludio de una catástrofe de aún mayor
alcance.
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