En
la mañana del domingo día 9 de octubre, durante nuestro recorrido por las
calles de Morella, pudimos presenciar a las puertas de la bellísima iglesia
arciprestal de la localidad el paso de este cortejo con la presencia de un toro
que nos llamó la atención.
Se
trataba de una de las tradiciones de ese excepcional conjunto que constituye el
Patrimonio Cultural Inmaterial de la ciudad. En este caso, protagonizado por la
cofradía de la Santísima Trinidad y San Antonio Abad, la más antigua de Morella
pues fue creada en el siglo XIII, poco después de la reconquista, agrupando a
los masoveros que cultivaban las tierras de los alrededores, con el fin de
proporcionar ayuda a sus miembros, en caso de necesidad o enfermedad. El
mayoral de la misma se encarga de organizar la fiesta en honor al Santo Patrón
y para recaudar los fondos precisos se sortea el tradicional cerdo y, desde la
década de los cuarenta del pasado siglo, un toro. Este último se lleva todos
los domingos al mercado para que lo pueda contemplar el público y estimular la
venta de boletos.
La
sede de la “confraria” se encuentra en un hermoso edificio, en la calle que
lleva su nombre, adquirido a finales del siglo XVI y recientemente restaurado,
en cuya fachada destaca el matacán existente sobre la puerta de acceso, encima
de la cual se encuentra el escudo instalado en 1640 (como se hace constar en el
mismo), en el que aparece un labrador arando con una yunta de bueyes.
La
casa que servía como alojamiento para los cofrades, en caso de enfermedad o en
sus visitas a la ciudad, no fue el único edificio con que contaron ya que, a
mediados del siglo XIV, dispuso de un hospital que llegó a ser el más
importante de la localidad.
Actualmente,
en la casa de la cofradía existe una capilla dedicada al Patrón y se guardan en
ella algunos elementos patrimoniales de la misma, como el ataúd en el que
trasladaban a los difuntos desde las masías.
La “sanantonada”
comienza, de hecho, en la noche del día de Reyes, cuando se procede al sorteo
del toro y del cerdo, en el transcurso del “bureo” que ofrece el mayoral, en el
que se reparte una prueba del “panoli”, junto con aguardiente.
El “panoli”
está integrado por tres tipos de pastas: “coquetes” (una pieza redonda y
plana), “rollets” (en forma de roscón”, y “casquetes” (con forma de herradura y
rellenas de confitura de calabaza).
La
fiesta del Santo (17 de enero) se ha trasladado ahora al fin de semana
siguiente y comienza con la recogida del mayo y la “brosta” con el que se monta
la “barraca” frente a la iglesia arciprestal.
La “barraca”
se quema al día siguiente, tras la interpretación de “La vida del Sant”, un
auténtico auto sacramental en el que se mezclan el sentido religioso con notas humor.
Inmediatamente
después, comienza la “Sanantoná” por las calles en la que los diablos que han
participado en la representación de las tentaciones de San Antón, al que
persiguen con cohetes, cosa que en el pasado planteó algunos problemas.
Una
estudiantina interpreta un pasacalles en dirección a la casa de la cofradía,
donde se agasaja a todos con “panoli”.
El
día central de las celebraciones comienza con el canto de “les albaes”, las
auroras, al son de gaita y tamboril. La procesión y la Solemne Eucaristía es
seguida también por un nuevo “panoli”, al finalizar el cual se inicia el “retaule”,
un vistoso desfile en el que se representan los diversos oficios agrícolas y un
curioso enfrentamiento entre contrabandistas y fuerzas del regimiento de Otumba
(que fue el de guarnición en la ciudad) que termina con la detención de los
primeros y su fusilamiento en la casa de la cofradía.
Pero
la cofradía está también vinculada al origen de las fiestas del “sexeni”, la
más importante tradición de Morella que, como su nombre indica, se celebran
cada seis años y a la que, por su interés, nos gustaría dedicar un artículo
específico.
De
todas estas tradiciones hay amplia información en Internet. De varias páginas
hemos tomado las fotos que no realizamos personalmente y, en concreto, del
enlace que aquí señalamos.
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