lunes, 28 de enero de 2019

Cuando Novillas se quedó sin habitantes


         La localidad de Novillas, situada en una estratégica posición junto al Ebro, fue poblada desde antiguo y hace unos años D. Luis Zueco encontró los restos de un antiguo torreón islámico, de cuya existencia no se tenía noticia.





         Tras la Reconquista se convirtió en una encomienda templaria y todavía se conservan restos del castillo al que, más tarde, cuando se extinguió la Orden del Temple y pasó a ser propiedad de la Orden de San Juan, se adosó la casa conventual de una encomienda que, aunque próxima, era independiente de la de Mallén.




         Ahora, en el archivo de la familia Zapata que estamos catalogando, al ser donado a nuestro Centro, hemos localizado un documento de especial importancia para la historia de Novillas, dado que se trata de la Carta de Población otorgada por el Castellán de Amposta el 11 de septiembre de 1567.
         Puede parecer extraña un documento de esta naturaleza tan tardío pero en el documento se explica la razón del mismo, dado que, en esos momentos, de los 200 habitantes que había habido en la localidad sólo quedaban 18 (según se expresa en el texto), lo que redundaba “en notable daño y perjuicio de la Religión de San Juan”. De ahí que, para atraer nuevos pobladores se decidiera dotarles de un estatuto adecuado. Se redactó uno el 24 de julio de 1560, pero fue rechazado por los vecinos por considerarlo lesivo para sus intereses y el 11 de septiembre de 1567 se elaboró uno nuevo que, como se refiere en el documento que estamos comentando, fue presentado en Novillas el 26 de octubre de ese mismo año por el comendador frey Luis de Talavera que anteriormente lo había sido de Añón.
         Para ello, se reunieron en la plaza, como solían hacer en ocasiones similares, todos los vecinos, cuyos nombres se detallan y que transcribimos para su conocimiento. Eran Pascual Zimorra, la viuda de Pedro Carretero, Juan Sánchez, Miguel de Villalba, Pedro de Puerta, Rodrigo Calvo, Juan de Bayona, Juan Callizo, yerno de Pedro de Azcona, la viuda de Juan de ..., Cristóbal Trasobares, Pedro Maner, Juan Tafalles, Fernando García, Pedro Zimorra menor, Pedro Escudero, Antón Ardina, Pedro Martina, Juan García y Luis Caldau. En total, son 20 los reseñados, posiblemente porque en los 18 antes citados no se incluían a las dos viudas.
         A través de su lectura tuvieron conocimiento de los derechos que se les otorgaba, así como de los del comendador, señor temporal de la encomienda, que se reservaba la iglesia, las cárceles, hornos de cocer pan, ladrillos y tejas, así como una barca y la llamada “dehesa del castillo”.
         Se les facultaba a los vecinos para establecer un molino harinero, permitiendo a los que quisieran acceder al mismo el paso del Ebro con un pontón u otros medios. También podía haber mesón, tiendas y tabernas. Podían leñar en los montes de Tauste y pescar en el Ebro con cualquier arte, salvo el uso de “barrederas”. De la misma forma podían apropiarse de los maderos y fustas que arrastrase el Ebro, pagando los correspondientes derechos al comendador y talar árboles, con su permiso, para emplearlos en sus edificios y sólo en ellos. Se les concedió también el privilegio de elegir al jurado preeminente y a los jurados por insaculación en dos bolsas y otra para el almutacaf.

No hay comentarios:

Publicar un comentario