Tras
el “descubrimiento” de una imagen de la Virgen del Niño Perdido en Borja, nos
hemos interesado por conocer las conservadas en Caudiel (Castellón) de donde partió
la devoción a esta advocación mariana, por impulso de la orden de San Agustín,
la cual tuvo su eco en las diferentes imágenes que, tomando como modelo la
original, se realizaron en otros lugares.
Por
este motivo hemos adquirido varias postales, entre las que se encuentra la de la
capilla que la Virgen tiene dedicada en la que fuera iglesia conventual de los
agustinos que se convirtió en parroquial de la localidad, en 1866, al
derrumbarse la antigua.
Allí
se venera la imagen que, en la actualidad, es una réplica de la destruida en el
transcurso de la Guerra Civil, en un marco realmente espectacular, viva
expresión del arte barroco que, recientemente, ha sido completamente
restaurado.
Junto
con ella nos ha llegado esta otra postal en la que aparece la imagen de la Virgen,
realizada en marfil, que la tradición considera que era la que llevaba San
Vicente Ferrer en sus predicaciones, llegando a Caudiel tras ser sorteada entre
los distintos conventos de agustinos descalzos.
Por sus
características y su factura, propia de las obras realizadas en las islas filipinas,
es imposible que su origen pueda remontarse al siglo XIV y comienzos del XV,
época en la que vivió San Vicente. Parece más bien una donación efectuada por
algún religioso agustino, misionero en esas islas, donde la devoción también
arraigó y tuvo templos propios.
Debido
al material en el que fue tallada, ha sido conocida también con el sobrenombre
de la “Virgen del Colmillo” y, al margen de su datación, se trata de una
interesante pieza.
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