El
Campo del Toro (plaza de la Constitución, de la República después, y ahora plaza
de España) ha sido un lugar muy favorable para la instalación de cafés,
primero, y bares después. Vamos a intentar dar noticia de los que allí han
existido.
El más
famoso, en el siglo XIX y comienzos del XX, fue el “Café de Zaro” del que
sorprendentemente hemos encontrado un testimonio gráfico en esta fotografía que
publicamos. En tiempos en los que el juego estaba autorizado sin restricciones,
dado que no fue prohibido hasta la Dictadura de Primo de Rivera, fue el lugar
preferido incluso para jugadores profesionales. Allí hubo personas que
perdieron toda su hacienda, pues la pasión por el juego era una auténtica lacra
social que, como consecuencia, provocaba que en una noche se pudieran perder +campos y las
propias viviendas.
En ese
mismo edificio, en su primera planta, fue fundado en 1848 el Círculo de la
Amistad, pero de los casinos hablaremos otro día. Al café de Zaro le sucedieron
otros establecimientos que mencionamos más adelante.
En el
lugar señalado por la flecha, antes de que se construyera el edificio que ahora
existe allí, y también en la primera planta, hubo en el siglo XIX un café del
que era propietario D. Antonio Benito, aunque su acceso se realizaba por la
calle de la Concepción.
En 1927 abre sus puertas el primer bar de la plaza, el “Bar Sánchez”, junto a
donde anteriormente estaba el café de Zaro. Responde ya al concepto de bar
americano, ofreciendo vinos, licores y refrescos “por exóticos que sean” en sus
mostradores de mármol. Pero sigue estando presente el antiguo estilo de café,
al que hace referencia en este encarte publicitario de 1927 al señalar que “no
hay boda distinguida, bautizo rumboso o banquete de importancia” que no se
celebren en sus “Salones-Café”.
A comienzos de 1936 D. Eusebio Sánchez, su propietario, construye
un nuevo bar en la carretera de Gallur a Ágreda que, posteriormente, dotará de
una pista de baile, pasando a denominarse “La Pista”. A esos establecimientos
unió el Cine Cervantes, “inaugurado en los años 40” que anunciaba como “el peor
del mundo”, al igual que el bar, también publicitado como “donde peor se sirve
del mundo”. Afortunadamente, en la “Pista Sánchez” era “donde mejor se baila”.
Con esta campaña tan singular no es de extrañar que el cine pasara pronto a
otras manos.
No así el bar, por el
momento, en el que había un “servicio permanente de taxis”, entre ellos una “rubia
para excursiones” que, contra lo que pudieran pensar los más jóvenes no era una
joven de compañía, sino un tipo de coche, de más capacidad, al que se le daba
esa denominación porque, originalmente, tenían la carrocería de madera
barnizada.
El bar
fue regentado también, durante un corto período por D. José Romanos, el
fundador de “El Volante”, aunque después pasó a llamarse “Bar España”. Este bar
fue escenario de un crimen cometido en 1942, como consecuencia de una reyerta
entre tratantes de ganado que se había iniciado en Tudela. El agresor tenía
permiso para portar armas, lo que viene a demostrar el peligro que entraña el
uso indiscriminado de las mismas.
En
1959 abrió sus puertas, por iniciativa de D. Pedro Corellano Pérez, la
cafetería Borsao que, en su primer anuncio en el programa de fiestas apareció
como “Porsao”, sin duda una errata del que lo compuso al que le resultaría
extraño esa “arqueológica” denominación, aunque ya se había utilizado en
nuestra ciudad, pues como puede apreciarse en este otro anuncio, lo utilizó un
establecimiento de la calle Mayor con anterioridad.
Nos ha
relatado D. Pedro, que conserva una extraordinaria lucidez, algunas anécdotas relacionadas
con su establecimiento, en el que, en época de fiestas, se llegaban a agotar las existencias debido a la extraordinaria afluencia de público atraído por los "refuerzos" que llegaban desde Zaragoza.
El 27 de febrero de 1965, el Borsao se trasladó a
un local del edificio de Ibercaja. Con el aspecto que puede verse en la
fotografía, había estado cerrado desde que se construyó y sólo se derribaba el
tabique con motivo de la instalación de algunas tómbolas benéficas. La nueva
cafetería supuso un cambio radical y la regentó D. Pedro Corellano hasta el 31
de junio de 1971, fecha en la que la traspasó a D. Plácido Lajusticia. Aún tuvo
otros dos propietarios hasta que se hizo cargo la familia de D. Luis Berges que
fue quien le dio el nombre de Montesol, que sigue manteniendo. Seguiremos.
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