El viernes por la tarde dio comienzo una nueva edición del Festival Amante en Borja, con características completamente diferentes de las que eran habituales en este evento, como consecuencia de las circunstancias sanitarias que estamos atravesando.
En
esta ocasión sólo era posible asistir a los conciertos sentados en las mesas de
las terrazas habituales de la plaza o en las que la organización había
dispuesto por todo el recinto. Al margen de las consumiciones, este año no
había que abonar ningún tipo de entrada al festival que prescindió también de
la gran carpa en la que se desarrollaban las principales actuaciones.
El
contraste más llamativo, respecto a ediciones anteriores, lo ofrecía la plaza
del Mercado en donde la multitudinaria presencia de público había quedado reducida
a la tranquila imagen que ofrecían los asistentes sentados en las mesas.
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