Guillermo
Carranza ha estado en Alcudia (Baleares) y allí ha tenido la oportunidad de
visitar el museo Sa Bassa Blanca, creado por el matrimonio formado por el artista
austriaco Ben Jakober (1930) y la también artista Marie-Claire Yannick Vu (1942),
de origen vietnamita y nacionalizada britànica.
Enclavado en una paraje de gran belleza, el museo y la fundación que lo sustenta merecieron, en 2009, uno de los Premios Europa Nostra, en la categoría de “Instituciones, personas y proyectos”.
El complejo museístico está
formado por varios espacios que se han ido incorporando sucesivamente. El
primero de ellos fue un aljibe subterráneo de la finca que, completamente
acondicionado, acogió a la impresionante colección de pintura de los siglos XVI
al XIX que tiene como único tema el retrato infantil.
El Jurado de Europa Nostra al otorgarle el Premio destacó su perfecta integración con la naturaleza con zonas tan sugerentes como un singular zoológico con esculturas de granito de gran tamaño o una espectacular rosaleda.
Fue en 2006 cuando se abrió
al público el edificio diseñado por el arquitecto egipcio Hassan
Fathy, rodeado de jardines de clara inspiración islámica, que alberga una colección
de arte contemporáneo, con obras de artistas de diferentes nacionalidades.
Y
es en ese edificio donde destaca una cúpula específicamente diseñada para
albergar la obra que puede ser considerada la “joya de la corona” de la
colección y que el gobierno balear ha declarado “Bien de Interés Cultural”.
Para Guillermo Carranza constituyó una extraordinaria sorpresa comprobar que se
trata de un extraordinario artesonado procedente de Tarazona.
Realmente
no puede ser una obra más espectacular y respecto a su procedencia no puede
caber la menor duda dado que, por su base, corre una inscripción en la que
puede leerse “Esta capilla iso a su costa Juan Fernandes Castellano canónigo
capellán perpetuo en esta yglesia de Taraçona, la cual capilla edificó
principalmente para culto de Dios e reverencia de la Concepción de Nuestra
Señora Virgen Maris e acabose año del Nacimiento del Nuestro Salvador
Jesucristo del Mil III XC VIII”. (La transcripción es la que aparece en el
catálogo del museo y no hemos podido contrastarla con el original, por lo que
puede tener errores).
Inmediatamente,
a la vista de una obra de tal importancia se nos plantean varias cuestiones:
¿De qué iglesia procede? ¿Cómo salió de Tarazona? o ¿En qué momento llegó a
poder de los propietarios del museo?
Hemos
tratado de encontrar algún dato relacionado con este artesonado. No lo hemos
encontrado ni en obras tan importantes como las dedicadas al expolio de nuestro
Patrimonio, por Francisco Fernández Pardo.
Se
conoce mejor la trayectoria de otro artesonado, posiblemente procedente del
palacio episcopal de Tarazona que adquirió el depredador marchante Arthur Byne
quien, en 1935, lo vendió por 18.724 dólares al legendario William Randolph Hearst,
el “Ciudadano Kane” de la película de Orson Welles, el cual tuvo que enajenarlo
en 1942 por 3.200 dólares. Tras diversos avatares, en 1975 lo compró el
empresario mexicano Mauricio Fernández Garza para su mansión de Monterrey,
conocida como “La Milarca”.
Son varias las
techumbres mudéjares que cubren las estancias de ese edificio donde se expone
su gran colección de obras de arte, una de ellas de origen palentino, pero no
hemos podido precisar cuál es la que se encontraba en Tarazona.
Se sabe también que otros
dos artesonados turiasonenses llegaron a los Estados Unidos. En la información recabada se
afirma que en ellos estaba representadas escenas de la vida cotidiana aragonesa
en el siglo XV, pero nada se afirma sobre su destino y ubicación actual.
A las escasas
referencias localizadas sobre estos elementos perdidos del Patrimonio Cultural
Aragonés, debemos sumar ahora el artesonado de Alcudia sobre el que podrán
ofrecernos algún dato nuestros compañeros de Tarazona que posiblemente tendrían
conocimiento de lo que nosotros ignorábamos y que ha constituido una gran
sorpresa.
Finalizamos
mostrando este plano de la finca, que da idea de su magnitud, en el que
aparecen reflejados los distintos espacios visitables. El hecho de que allí se
conserve un elemento importantísimo del patrimonio aragonés, ahora convertido
en Bien de Interés Cultural por el Gobierno balear, lo convierte en destino
obligado para quienes visiten esa hermosa isla de Mallorca.
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