martes, 26 de septiembre de 2023

La mano de Fátima en los llamadores de las puertas

 

         Hubo un tiempo en el que todas las puertas disponían de un llamador, única forma de advertir de la presencia de un visitante, a sus moradores, cuando aún no había luz eléctrica. Los llamadores (o aldabas) han perdurado hasta nuestros días, a pesar del saqueo al que han sido sometidos por los delincuentes que proliferan entre nosotros y los peristas que aceptan vender, como antigüedades, el fruto de esos latrocinios.


         Pero lo que, probablemente, muchos no conozcan es el origen de ese llamador en forma de mano cerrada que era uno de los más habituales. En opinión de quienes han tratado de esta cuestión, procede la de la llamada “Mano de Fátima” que, en el mundo musulmán es considerada un potente amuleto personal o de protección de las casas, razón por la cual se representaba en los llamadores.

 

         Fátima era la hija del profeta Mahoma y es la que dio nombre a este amuleto ampliamente difundido sobre cuyo origen hay diversas versiones. Para unos, Fátima o el propio profeta imprimieron en un lienzo su mano mojada en sangre para crear una bandera o estandarte para sus fieles. Para otros fue Fátima quien introdujo su mano en agua hirviendo al ver a su marido con otra mujer. De ahí que la mano, también conocida como “Hamsa”, sea un símbolo de fidelidad, al mismo tiempo que elemento de protección ante determinados males. Pero, además, los cinco dedos representan los cinco pilares fundamentales de la religión musulmana: Fe en un único Dios, oración varias veces al día, cumplimiento del ayuno de Ramadán, limosna (zakat) y peregrinación a La Meca, si es posible.

 


         En España esa creencia en el poder protector de la mano de Fátima llegó a través de los moriscos y el amuleto se difundió ampliamente. Sin embargo, hubo un momento, a comienzos del siglo XVI en el que se prohibió, por considerarlo una superstición. Fue, entonces, cuando el amuleto comenzó a transformarse en esa mano, con el pulgar recogido y sosteniendo una bola que es la que golpea en la puerta.

         A otras representaciones utilizadas en los llamadores, no menos curiosas, dedicaremos un próximo artículo.



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