sábado, 25 de agosto de 2018

Baile del Roscón


         Poco antes de las diez de la mañana gigantes y gigantillos aguardaban ante la Casa Consistorial el inicio del cortejo que iba a recoger el roscón, protagonista del tradicional baile en el transcurso del cual es llevado a la iglesia de San Bartolomé para adornar las andas procesionales del Santo.




         El Alcalde D. Eduardo Arilla Pablo y el Secretario de la cofradía D. Alberto Aguilera Hernández supervisaban los preparativos, mientras del interior de la Casa salían los cabezudos para incorporarse al desfile.





         Tras una breve espera, los cabezudos iniciaron la marcha, seguidos por los danzantes y los gigantes y gigantillos, aunque en este último caso vimos a algunos de sus portadores en brazos de su madre, mientras que el gigantillo, ataviado con el traje de danzante caminaba asido del cuello.




         Cerraba la comitiva la Agrupación Musical Borjana, bajo la dirección de D. Félix Martínez Lahuerta, ataviados con el polo de Bodegas Borsao.
         





         Al son de su música bailaban los danzantes o paloteadores, tras los cuales iban el mayoral y el rabadán, así como el ángel, todos ellos personajes fundamentales del dance.
     



         En la peña de las mayordomas de este año, ubicada en la calle Carretero, esperaba el roscón, mientras que en el exterior se había preparado un refresco para todos los participantes.



         Allí las hermanas María y Laura Pablo Zaro, Andrea Navarro Marco y Mónica Cuartero Sánchez se fotografiaron con algunos de los danzantes y la “angelica”.





         Tras recuperar fuerzas, salió el roscón portado por María Pablo, que fue la primera en bailarlo, seguida por sus compañeras que posteriormente le relevarían. Suele ser costumbre que también tomen el roscón otras personas, siempre al compás de una conocida melodía.





         Desde la sede de la peña y por la calle Mayor continuaron en dirección a la iglesia de San Bartolomé. En esos momentos, el gigantillo danzante era llevado ya por su afortunado propietario, asomando su cabeza por el pecho del mismo.

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