Hemos
localizado una rareza bibliográfica relacionada con Magallón que, por su
elevado precio, no hemos podido adquirir, aunque sí hemos conseguido una
reproducción facsimilar de la misma. Se trata del “Romance de los trimotores”,
firmado en esa localidad el 20 de marzo de 1938 y cuyo autor el entonces
comandante D. Francisco Vives Camino.
Está
por escribir la historia de Magallón en el transcurso de la Guerra Civil y su
relación con la naciente Aviación española. Allí estuvo, durante algún tiempo
el Cuartel General de García Morato, en la casa de la familia Pérez Cistué,
conservándose una fotografía del legendario piloto en su biblioteca que
intentaremos localizar, pues la tenemos. También disponemos de imágenes del
multitudinario entierro de un militar italiano en la iglesia parroquial de San
Lorenzo. A estos recuerdos viene a unirse ahora el romance dedicado a los
trimotores.
Su
autor, como hemos señalado, fue D. Francisco Vives Camino, nacido en Alcalá de
Henares en 1900, donde estaba destinado su padre el coronel D. Pedro Vives
Vich, considerado el fundador del que, más tarde, sería Ejército de Aviación y
que, en sus inicios dependía, como Arma, del Ejército de Tierra. A él se
incorporó el joven Francisco vives que, en 1920, fue promovido al empleo de
Teniente de Ingenieros. Sus antecedentes familiares le impulsaron a
incorporarse a las nacientes unidades aeronáuticas. De hecho, había recibido su
“bautismo” de aire a los diez años de edad. En 1923 ya era piloto militar,
prestando servicios en la guerra de Marruecos, donde resultó herido. Tras su
recuperación y como piloto, a las órdenes del capitán Mariano Barberán, estuvo
en el desembarco de Alhucemas y en otras operaciones militares. La Guerra Civil
le sorprendió en el aeropuerto sevillano de Tablada y, aunque se encontraba en
situación de supernumerario, dado que ejercía como ingeniero en una empresa de
la capital hispalense, no dudó en reincorporarse al servicio activo, como
comandante, participando en 131 acciones de guerra, en una de las cuales volvió
a ser herido. Al término de la contienda continuó la carrera militar, ya en las
filas del Ejército del Aire, llegando a alcanzar el empleo de Teniente General,
desempeñando el cargo de Jefe de la Región Aérea Pirenáica. No fue el primer
destino en Zaragoza, dado que, como General de Brigada ya había desempeñado el
de Segundo Jefe de dicha región. Tras el pase a la situación de reserva se dedicó
con gran entusiasmo a las labores de investigación de la Historia de la
Aviación Española, colaborando con el Servicio Histórico del Ejército del Aire.
Falleció en Azuqueca de Henares el 6 de junio de 1996.
Una curiosidad en su
biografía es la de haber sido el primer Presidente del Athletic Aviación Club,
fundado el 4 de octubre de 1939, al fusionarse el Athletic Club de Madrid y el
Aviación Nacional. No estuvo mucho tiempo del club pues en el mes de diciembre
fue sustituido en la presidencia por el teniente coronel D. Luis Navarro
Garnica. El 14 de diciembre de 1946 el Ejército del Aire se desvinculó de club
que pasó a ser el actual Atlético de Madrid.
Menos
difundido es el hecho de que, en 1926, contrajo matrimonio con María Luisa
Gómez-Mena Vivanco hija del millonario Alfonso Gómez-Mena Vila, propietario de
varios ingenios azucareros en la isla, y sobrina de Dª. María Luisa Gómez-Mena,
I condesa consorte de Revilla de Camargo, un título creado por Alfonso XIII en
la persona de D. Agapito de la Cagiga y Aparicio.
La
había conocido durante su estancia en La Habana como Agregado Militar y con
ella tuvo un hijo, pero en 1936, María Luisa decidió regresar a Cuba, en donde
se divorció.
Allí
contrajo después nuevo matrimonio con el pintor cubano Mario Carreño, autor de
un conocido retrato de María Luisa que fue destacada mecenas y protectora de
algunos intelectuales españoles exiliados en la isla, dadas sus simpatías por
la causa republicana.
Entre
ellos se encontraba el poeta Manuel Altolaguirre, con quien mantuvo una larga
relación sentimental, a pesar de que este estaba casado con Concha Méndez. En
1950 creó una productora cinematográfica que hizo posible la realización de
varias películas, entre ellas “Subida al cielo”, dirigida por Luis Buñuel, con
guion de Manuel Altolaguirre que obtuvo en Premio de la Crítica en París y el
“Águila de Plata” al mejor guion, otorgado por la Asociación de Periodistas
Cinematográficos Mexicanos.
En 1958,
María Luisa y Manuel viajaron a España para presentar en el Festival de Cine de
San Sebastián la primera versión de “El Cantar de los Cantares”, una adaptación
de la obra de Fray Luis de León. Cuando regresaban a Madrid el 23 de julio de
1959, el automóvil sufrió un accidente en la localidad de Cubo de Bureba,
falleciendo en el acto María Luisa y tres días después Manuel Altolaguirre.
Fueron sepultados juntos en la Sacramental de San Justo de la capital de
España. La vida de María Luisa bien merecería un documental de Vicky Calavia
pues fue una mujer fascinante, a la que hemos recordado hoy, junto a su primer
esposo, a partir de ese poema que Francisco Vives compuso en Magallón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario