Recientemente,
fue colocada a la entrada del cementerio de Borja una lápida conmemorativa “En Memoria de los vecinos de Borja, víctimas
de la dictadura fascista”, en la que se incluye una relación de nombres
que, a la vista del encabezado eran “vecinos” de nuestra ciudad y fueron
asesinados por la “dictadura fascista”.
El
homenaje llega 82 años después de aquellos dramáticos acontecimientos acaecidos
al inicio de la Guerra Civil, cuando muchas personas fueron fusiladas, en uno y
otro bando, simplemente por el hecho de profesar una ideología diferente.
Hechos
lamentables que hay que reprobar con firmeza, al mismo tiempo que, desde el
rigor histórico, se debe analizar todo lo ocurrido, intentando precisar el
alcance de esa tragedia.
Desde
el Centro de Estudios Borjanos lo hemos venido haciendo en los últimos años y,
fruto de esa labor, fue la publicación en nuestro Diccionario Biográfico de la relación de fusilados en todas las
localidades de nuestra comarca, así como la de los fallecidos en combate.
En
esas relaciones incluimos a los nacidos en cada una de ellas o a los que,
procedentes de otros lugares, residían aquí. No lo hicimos con aquellos otros
que fueron trasladados, desde municipios de otras comarcas, para ser ejecutados
en la nuestra.
La
investigación, efectuada con el mayor cuidado posible, nos permitió identificar
a un buen número de personas que no aparecían reseñadas en obras anteriores.
De
ahí, nuestra sorpresa al comprobar que, en la lápida a la que hacemos
referencia, y que aún no habíamos tenido
la oportunidad de contemplar, faltan algunos nombres y posiblemente sobran
otros.
Concretamente,
no han sido incluidos los siguientes:
Pedro Aranda Borobia, nacido en Borja
el 30 de agosto de 1894, ejercía como maestro en Zaragoza, de donde huyó al
inicio de la guerra a Alagón, donde fue detenido, siendo fusilado en la capital
aragonesa el 14 de noviembre de 1936.
Felipe Celiméndiz Aznar, nacido en
Borja el 24 de mayo de 1915. Fue fusilado en Perdiguera el 2 de enero de 1937.
Severino Jaca Arilla, nacido en Borja
el 18 de noviembre de 1889. Era vigilante del Ayuntamiento de Zaragoza, donde
fue fusilado el 14 de agosto de 1936.
Demetrio Francés Roy.
Víctor Magdalena Lacambra, nacido en
Borja el 24 de febrero de 1888, era hermano del canónigo D. Juan Federico
Magdalena, el impulsor del Rosario de Cristal de Zaragoza. Víctor era
recaudador de Hacienda, teniendo a su cargo la zona de Belchite. Pasaba todos
los veranos en el Santuario de Misericordia, donde el 23 de julio de 1936, se
personó la Guardia Civil, al tener conocimiento de que, en su casa del
Santuario, se encontraba oculto un concejal de Belchite. Al enfrentarse
verbalmente con la fuerza pública, fue detenido junto con sus hijos José Magdalena Fosa y Víctor Magdalena Fosa, de 32 y 28 años,
respectivamente. Todos ellos fueron enviados a Zaragoza, donde murieron
fusilados.
Andrés Zaro Pablo, nacido en Borja en
1906. Estaba casado en Gallur, localidad de la que huyó para refugiarse en
Borja, donde fue detenido el 19 de agosto de 1936, siendo fusilado en Magallón
al día siguiente.
Se
podrá aducir que, aunque naturales de Borja, no eran vecinos de ella en esos
momentos. Sin embargo, como hemos señalado algunos fueron detenidos aquí y,
además, en la placa aparecen algunos nombres de personas que tampoco eran
vecinas de nuestra ciudad y de las que no teníamos constancia de que hubieran
nacido en ella.
El
caso más significativo es el de Rogelio
Sánchez Aráiz que era concejal del Ayuntamiento de Cortes, localidad en la
que residía y al que, junto a otros 38 vecinos de esa localidad, le fue
tributado un homenaje en 2015, figurando su nombre en la placa instalada en el
patio de la Casa Consistorial de Cortes. No sabemos, en estos momentos, si era
natural de Borja, pero desde luego en 1936 no era vecino de la ciudad.
De Toribio Marín Marín, sabemos que fue
fusilado en Movera, donde fue enterrado en una fosa común, donde se le recuerda
en una placa. No sabemos tampoco si había nacido aquí, pero desde luego no era
vecino de Borja.
No
tenemos datos de Demetrio Francés Roy y de Higinio
Garcés Ramos ya que, en la investigación que en su momento realizamos, ni
aparecían entre los fusilados aquí, ni pudimos establecer su relación con
Borja. No obstante, vamos a intentar al menos conocer si eran naturales de
nuestra ciudad.
Al que
sí hemos hecho referencia muy recientemente en este mismo blog es a Jesús Navarro Jiménez que había nacido
en Borja en 1914 y, durante la Guerra Civil combatió en las filas del Ejército
republicano, porque al comienzo de la misma no residía aquí. Sobrevivió a la
contienda, exiliándose en Francia, donde fue detenido durante la ocupación
alemana y enviado a la prisión de Compiégne el 21 de mayo de 1944. Trasladado
al campo de concentración de Neuengamme (Alemania), consta como fallecido, pero
no se han podido precisar las circunstancias en las que se produjo su muerte,
aunque cabe sospechar que tuvo lugar como consecuencia de un ataque aliado.
Porque el 26 de abril de 1945, unos 10.000 prisioneros de ese campo fueron
evacuados a bordo de buque Cap Arcona
a la bahía de Lübeck. Allí se encontraban cuando el 3 de mayo de 1945, el Cap Arcona fue bombardeado y hundido por
aviones de la Royal Air Force (RAF). En
el ataque murieron 4.500 presos alojados en ese buque y en otros fondeados en
el mismo lugar. Jesús Navarro no era, por lo tanto, vecino de Borja ni murió
durante la Guerra Civil, sino lejos de su patria.
Pero,
si llamativo es el caso que acabamos de citar, mucho más lo es el que en la
placa figure “Rafael Escanilla Solera/Salesa”. En primer lugar, porque ese
“Solera/Salesa” parece indicar que los redactores del texto no conocían su
segundo apellido, a pesar de que en Borja hay familiares directos que podrían
haberles indicado que se trataba de D.
Rafael Escanilla Salesa, titular de una de las farmacias de nuestra ciudad,
y que no fue fusilado.
D.
Rafael Escanilla era considerado, por su ideología, afín al Frente Popular y fue
acusado de haber tomado parte, junto con D. Baltasar González, de haber
intentado organizar la resistencia en Borja, tras la proclamación del Estado de
Guerra, lo cual se basa exclusivamente en el informe emitido por la Guardia
Civil.
No
obstante, sintiéndose perseguido, en agosto de 1936 desapareció. Inicialmente
estuvo oculto en su domicilio y, posteriormente, marchó a Calcena donde se
alojó en la casa de la familia Pérez Modrego. No fue detenido, pero se le
instruyó expediente, como al resto de las personas consideradas izquierdistas,
como consecuencia del cual le fue impuesta una sanción de 5.000 pesetas,
atendiendo a que en la tasación efectuada se evaluaron sus bienes en una
cantidad estimada entre 15.000 y 20.000 pesetas.
Inmediatamente,
su esposa Dª. Bernarda Santalo interpuso el pertinente recurso, aduciendo que
entre esos bienes los había gananciales y otros procedentes de su dote. Alegó
además la actuación del resto de la familia “siempre en pro de las esencias
básicas del actual Movimiento Nacional”.
Porque,
efectivamente, uno de sus hijos figuraba entre los fundadores de la Falange
borjana, marchando al frente en los primeros momentos de la guerra, donde fue
herido gravemente, siendo declarado inútil para el servicio por el
correspondiente Tribunal Médico.
Otro
de los hijos, D. Rafael Escanilla
Santalo, nacido en Borja el 11 de octubre de 1913, murió combatiendo el 5
de junio de 1937 en el frente de Huesca, siendo Sargento del Regimiento de
Zapadores nº 3 y cuando ya había sido propuesto para ascender a Alférez por
méritos de guerra. El Noticiero de
Zaragoza, en su edición del 27 de junio, dedicó una columna al heroico
comportamiento del sargento Escanilla, así como a las heridas recibidas
anteriormente por su hermano, destacando que “la madre de estos muchachos ha
prestado una dura y gloriosa contribución a la causa de todos”.
De
ahí, que la sanción inicial de 5.000 pesetas impuesta a su marido fuera
reducida a 1.500 pesetas, una cantidad inferior a la que tuvieron que aportar
otros borjanos “adictos a la causa nacional”, a los que también se les señaló
una contribución económica, proporcional a sus bienes, añadiendo como
aclaración que, esos casos, tenía “carácter voluntario”. Esa minoración influyó
para que, cuando en 1949, Dª. Bernarda Santalo solicitara la devolución del
importe de la sanción, como se estaba haciendo con otras personas, le fuera
denegada la petición.
D.
Rafael Escanilla fue detenido al finalizar la guerra y murió en Borja como
consecuencia de un proceso infecto-contagioso que, según la familia, contrajo
durante el tiempo de su detención.
A la
vista de estas aportaciones cabe resumir que, siendo digno de elogio recordar a
las víctimas de aquel terrible enfrentamiento civil, no parece razonable el
olvido de algunas de ellas, ni los errores advertidos en la redacción de esa
placa que sería conveniente sustituir por otra que se ajustara, con más rigor,
a la verdad de lo acaecido.
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