sábado, 11 de agosto de 2018

En torno a la lápida colocada en el cementerio de Borja


         Recientemente, fue colocada a la entrada del cementerio de Borja una lápida conmemorativa “En Memoria de los vecinos de Borja, víctimas de la dictadura fascista”, en la que se incluye una relación de nombres que, a la vista del encabezado eran “vecinos” de nuestra ciudad y fueron asesinados por la “dictadura fascista”.
         El homenaje llega 82 años después de aquellos dramáticos acontecimientos acaecidos al inicio de la Guerra Civil, cuando muchas personas fueron fusiladas, en uno y otro bando, simplemente por el hecho de profesar una ideología diferente.
         Hechos lamentables que hay que reprobar con firmeza, al mismo tiempo que, desde el rigor histórico, se debe analizar todo lo ocurrido, intentando precisar el alcance de esa tragedia.
         Desde el Centro de Estudios Borjanos lo hemos venido haciendo en los últimos años y, fruto de esa labor, fue la publicación en nuestro Diccionario Biográfico de la relación de fusilados en todas las localidades de nuestra comarca, así como la de los fallecidos en combate.
         En esas relaciones incluimos a los nacidos en cada una de ellas o a los que, procedentes de otros lugares, residían aquí. No lo hicimos con aquellos otros que fueron trasladados, desde municipios de otras comarcas, para ser ejecutados en la nuestra.
         La investigación, efectuada con el mayor cuidado posible, nos permitió identificar a un buen número de personas que no aparecían reseñadas en obras anteriores.
         De ahí, nuestra sorpresa al comprobar que, en la lápida a la que hacemos referencia,  y que aún no habíamos tenido la oportunidad de contemplar, faltan algunos nombres y posiblemente sobran otros.
         Concretamente, no han sido incluidos los siguientes:


         Pedro Aranda Borobia, nacido en Borja el 30 de agosto de 1894, ejercía como maestro en Zaragoza, de donde huyó al inicio de la guerra a Alagón, donde fue detenido, siendo fusilado en la capital aragonesa el 14 de noviembre de 1936.
         Felipe Celiméndiz Aznar, nacido en Borja el 24 de mayo de 1915. Fue fusilado en Perdiguera el 2 de enero de 1937.
         Severino Jaca Arilla, nacido en Borja el 18 de noviembre de 1889. Era vigilante del Ayuntamiento de Zaragoza, donde fue fusilado el 14 de agosto de 1936.
Demetrio Francés Roy.
         Víctor Magdalena Lacambra, nacido en Borja el 24 de febrero de 1888, era hermano del canónigo D. Juan Federico Magdalena, el impulsor del Rosario de Cristal de Zaragoza. Víctor era recaudador de Hacienda, teniendo a su cargo la zona de Belchite. Pasaba todos los veranos en el Santuario de Misericordia, donde el 23 de julio de 1936, se personó la Guardia Civil, al tener conocimiento de que, en su casa del Santuario, se encontraba oculto un concejal de Belchite. Al enfrentarse verbalmente con la fuerza pública, fue detenido junto con sus hijos José Magdalena Fosa y Víctor Magdalena Fosa, de 32 y 28 años, respectivamente. Todos ellos fueron enviados a Zaragoza, donde murieron fusilados.
         Andrés Zaro Pablo, nacido en Borja en 1906. Estaba casado en Gallur, localidad de la que huyó para refugiarse en Borja, donde fue detenido el 19 de agosto de 1936, siendo fusilado en Magallón al día siguiente.

         Se podrá aducir que, aunque naturales de Borja, no eran vecinos de ella en esos momentos. Sin embargo, como hemos señalado algunos fueron detenidos aquí y, además, en la placa aparecen algunos nombres de personas que tampoco eran vecinas de nuestra ciudad y de las que no teníamos constancia de que hubieran nacido en ella.



         El caso más significativo es el de Rogelio Sánchez Aráiz que era concejal del Ayuntamiento de Cortes, localidad en la que residía y al que, junto a otros 38 vecinos de esa localidad, le fue tributado un homenaje en 2015, figurando su nombre en la placa instalada en el patio de la Casa Consistorial de Cortes. No sabemos, en estos momentos, si era natural de Borja, pero desde luego en 1936 no era vecino de la ciudad.




         De Toribio Marín Marín, sabemos que fue fusilado en Movera, donde fue enterrado en una fosa común, donde se le recuerda en una placa. No sabemos tampoco si había nacido aquí, pero desde luego no era vecino de Borja.

         No tenemos datos de     Demetrio Francés Roy y de Higinio Garcés Ramos ya que, en la investigación que en su momento realizamos, ni aparecían entre los fusilados aquí, ni pudimos establecer su relación con Borja. No obstante, vamos a intentar al menos conocer si eran naturales de nuestra ciudad.




         Al que sí hemos hecho referencia muy recientemente en este mismo blog es a Jesús Navarro Jiménez que había nacido en Borja en 1914 y, durante la Guerra Civil combatió en las filas del Ejército republicano, porque al comienzo de la misma no residía aquí. Sobrevivió a la contienda, exiliándose en Francia, donde fue detenido durante la ocupación alemana y enviado a la prisión de Compiégne el 21 de mayo de 1944. Trasladado al campo de concentración de Neuengamme (Alemania), consta como fallecido, pero no se han podido precisar las circunstancias en las que se produjo su muerte, aunque cabe sospechar que tuvo lugar como consecuencia de un ataque aliado. Porque el 26 de abril de 1945, unos 10.000 prisioneros de ese campo fueron evacuados a bordo de buque Cap Arcona a la bahía de Lübeck. Allí se encontraban cuando el 3 de mayo de 1945, el Cap Arcona fue bombardeado y hundido por aviones de la  Royal Air Force (RAF). En el ataque murieron 4.500 presos alojados en ese buque y en otros fondeados en el mismo lugar. Jesús Navarro no era, por lo tanto, vecino de Borja ni murió durante la Guerra Civil, sino lejos de su patria.



         Pero, si llamativo es el caso que acabamos de citar, mucho más lo es el que en la placa figure “Rafael Escanilla Solera/Salesa”. En primer lugar, porque ese “Solera/Salesa” parece indicar que los redactores del texto no conocían su segundo apellido, a pesar de que en Borja hay familiares directos que podrían haberles indicado que se trataba de D. Rafael Escanilla Salesa, titular de una de las farmacias de nuestra ciudad, y que no fue fusilado.
         D. Rafael Escanilla era considerado, por su ideología, afín al Frente Popular y fue acusado de haber tomado parte, junto con D. Baltasar González, de haber intentado organizar la resistencia en Borja, tras la proclamación del Estado de Guerra, lo cual se basa exclusivamente en el informe emitido por la Guardia Civil.
         No obstante, sintiéndose perseguido, en agosto de 1936 desapareció. Inicialmente estuvo oculto en su domicilio y, posteriormente, marchó a Calcena donde se alojó en la casa de la familia Pérez Modrego. No fue detenido, pero se le instruyó expediente, como al resto de las personas consideradas izquierdistas, como consecuencia del cual le fue impuesta una sanción de 5.000 pesetas, atendiendo a que en la tasación efectuada se evaluaron sus bienes en una cantidad estimada entre 15.000 y 20.000 pesetas.
         Inmediatamente, su esposa Dª. Bernarda Santalo interpuso el pertinente recurso, aduciendo que entre esos bienes los había gananciales y otros procedentes de su dote. Alegó además la actuación del resto de la familia “siempre en pro de las esencias básicas del actual Movimiento Nacional”.

         Porque, efectivamente, uno de sus hijos figuraba entre los fundadores de la Falange borjana, marchando al frente en los primeros momentos de la guerra, donde fue herido gravemente, siendo declarado inútil para el servicio por el correspondiente Tribunal Médico.




         Otro de los hijos, D. Rafael Escanilla Santalo, nacido en Borja el 11 de octubre de 1913, murió combatiendo el 5 de junio de 1937 en el frente de Huesca, siendo Sargento del Regimiento de Zapadores nº 3 y cuando ya había sido propuesto para ascender a Alférez por méritos de guerra. El Noticiero de Zaragoza, en su edición del 27 de junio, dedicó una columna al heroico comportamiento del sargento Escanilla, así como a las heridas recibidas anteriormente por su hermano, destacando que “la madre de estos muchachos ha prestado una dura y gloriosa contribución a la causa de todos”.
         De ahí, que la sanción inicial de 5.000 pesetas impuesta a su marido fuera reducida a 1.500 pesetas, una cantidad inferior a la que tuvieron que aportar otros borjanos “adictos a la causa nacional”, a los que también se les señaló una contribución económica, proporcional a sus bienes, añadiendo como aclaración que, esos casos, tenía “carácter voluntario”. Esa minoración influyó para que, cuando en 1949, Dª. Bernarda Santalo solicitara la devolución del importe de la sanción, como se estaba haciendo con otras personas, le fuera denegada la petición.
         D. Rafael Escanilla fue detenido al finalizar la guerra y murió en Borja como consecuencia de un proceso infecto-contagioso que, según la familia, contrajo durante el tiempo de su detención.
         A la vista de estas aportaciones cabe resumir que, siendo digno de elogio recordar a las víctimas de aquel terrible enfrentamiento civil, no parece razonable el olvido de algunas de ellas, ni los errores advertidos en la redacción de esa placa que sería conveniente sustituir por otra que se ajustara, con más rigor, a la verdad de lo acaecido.

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