Durante mucho tiempo, la única fuente existente en el interior del recinto amurallado fue la de las Canales. Emplazada en la plaza del mismo nombre, sus aguas procedían del manantial de Sopez de donde llegaban, a través de una acequia descubierta, hasta un estanque del que, por medio de una tubería, se abastecía esta fuente y otras construidas más tarde.
Tenemos noticia de una reparación
efectuada en 1656 y otra, en 1722, que corrió a cargo de D. Juan San Gil, pero
diez años después la fuente estaba arruinada y sin agua, por lo que, en 1733,
fue preciso acometer con urgencia su restauración, “por ser la única fuente de
la ciudad”, lo que no sólo entrañaba un grave perjuicio a sus habitantes, sino
que “si hubiese algún incendio no se tendría agua con qué apagarlo”. Las obras
continuaron en años sucesivos y, en 1757, se empleaban para ello unas piedras
situadas en la calle Capuchinos.
Disponemos de antiguas fotografías del
siglo XIX en las que pueden apreciarse las características que entonces tenía.
En ellas se ve la fuente apoyada en la fachada del edificio que,
posteriormente, fue derribado para ampliar la plaza.
Está
construida en piedra de cantería, rematada por una moldura semicircular sobre
la que se apoya un pináculo y, bajo ella, dos piedras armeras. La derecha es
difícil de identificar, pero la izquierda corresponde al escudo original de la
ciudad, en el que sólo figuraba el castillo sobre peñas, con dos leones
adosados. Este fue el modelo habitual en todas las representaciones heráldicas
de la ciudad, hasta la incorporación de la vaca, bajo el castillo. Este hecho
tuvo lugar en 1692, por acuerdo municipal y tanto en el escudo de la Casa
Consistorial, como en el del Pósito, se esculpió la vaca, utilizando las peñas
sobre las que se sustentaba el castillo. Pero en el caso de la fuente, al igual
que en el antiguo hospital quedaron las armas originales. Ello nos permite
datar la obra de la fuente, con anterioridad a esa fecha.
Pero, respecto a esta imagen, creemos que
es anterior a 1902, pero posterior a la instalación del alumbrado eléctrico, ya
que, junto a los antiguos faroles de gas, ya pueden verse los nuevos soportes
con bombillas. También aquí aparece un alguacil que, en este caso, apoya la
vara en el suelo.
Muy interesante es esta otra foto, ya
que ofrece una imagen inédita de la fuente y del edificio al que estaba
adosada. Está fechada en 1904, poco después de que el Alcalde D. Feliciano
Rivas Foncillas hubiera llevado a cabo la remodelación de la plaza, derribando
parte de ese edificio y decorando la pared resultante con esa magnífica
solución de pilastras acanaladas que sostienen un frontón triangular. En ella
no existe ningún vano, precisamente por su condición de medianería.
La remodelación incluyó el cambio del
aspecto de la fuente, que cambió su remate semicircular por este otro
rectangular, como se distingue detrás del grupo de personas que se apoyan en
ella, enmarcada por unos bloques de piedra sobre uno de los cuales se dispone
un cántaro. A la derecha, puede verse también un alguacil, con el uniforme que
vestían en aquellos momentos, llevando en su mano derecha una larga vara.
Pero la solución adoptada planteó muy
pronto graves problemas por las filtraciones de la fuente. Si observamos la
fotografía se aprecian perfectamente las manchas de humedad en la pared, donde
por otra parte ya se habían producido desprendimientos del revocado.
Por ello, D. Feliciano Rivas, en su
segundo mandato como Alcalde (1905-1907) tomó la decisión de separar la fuente,
disponiendo tras ella un abrevadero, aunque alejado de la pared. Al mismo
tiempo, se le dotó de un remate sobre la estructura moldurada preexistente. A
ello contribuyó el que la casa afectada por las humedades fuera de su propiedad,
lo que dio origen a jocosos comentarios, por considerar que la reforma tenía
como objeto el evitar las humedades en su casa.
En esta foto se puede ver,
asimismo, una de las dos ventanas que, más tarde, el Ayuntamiento autorizó a
abrir para dar luz a la carpintería que había en la planta inferior del
edificio posterior, aunque en la concesión se hacía constar que debían tener
reja y que podría ordenar su cerramiento en cualquier momento.
Aunque la fuente se había convertido en
uno de los elementos más representativos de la ciudad, en noviembre de 1967, el
ayuntamiento decidió desmontarla para ampliar el número de aparcamientos en la
plaza. Sus piedras fueron amontonadas en el terreno donde más tarde se levantó
la Casa Sindical.
La decisión provocó el rechazo de muchas
personas y hubo diversas iniciativas para evitar que se perdiera
definitivamente. Se llegó a pensar en instalarla en el patio del nuevo
instituto e, incluso, en 1978, D. Rafael Cascán se dirigió al M. I.
Ayuntamiento y al Centro de Estudios Borjanos solicitando su restauración y su
posible instalación en el Polígono de la Romería.
Al acceder a la alcaldía D. Luis María
Garriga, manifestó su deseo de que retornara a su emplazamiento original. Más
de 500 vecinos avalaron con sus firmas, en 1979, esa propuesta. Pero las buenas
intenciones no llegaban a convertirse en realidad.
En la Feria de Septiembre de 1980, la Peña
Zauriles desfiló con una carroza en la que aparecía representada la famosa
fuente y, de nuevo, el alcalde anunció que la restauración se llevaría a
efecto.
A finales de 1981, se nombró al concejal Sr. Madrid encargado de su rehabilitación y, por fin, en febrero de 1982, la prensa regional informó del comienzo de las obras que culminaron ese mismo año, pudiendo aparecer ya, en el programa de la feria de ese año, entre las realizaciones municipales.
La nueva fuente, tercera de las conocidas,
se levantó con características muy parecidas a la anterior, aunque sin los
pilones. Fue preciso rehacer algunas de sus piedras que se habían perdido, tras
años de abandono.
A pesar del esfuerzo realizado para
recuperarla, desde hace años, por sus caños no cae agua, y este es el aspecto
que presentaba ayer, envuelta por los coches, aunque ya fueron retirados los
contenedores de basura que, en algún momento, llegaron a colocar allí.
Hubo un momento, en el que se pretendió
dignificar ese espacio y restaurar la medianería del edificio situado detrás,
pero el fallecimiento del impulsor del proyecto, frustró ese loable propósito
que habrá que retomar cuando todo vuelva a la normalidad.







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