domingo, 20 de julio de 2025

La fuente del Campo del Toro

 

         La publicación del artículo dedicado a las fuentes del barrio y del hospital ha despertado mucho interés, por lo que hemos creído conveniente recuperar los artículos que hace 14 años dedicamos a las fuentes borjanas.

Una de ellas es la del Campo del Toro, un espacio que, inicialmente, se encontraba fuera del casco urbano pero que, en el siglo XVI, fue elegido para levantar la nueva Casa Consistorial. A pesar de ello, continuó siendo una zona sin demasiadas viviendas, lo que hizo posible que, en el siglo XVII, pudiera ubicarse allí el convento de agustinos descalzos.

         En la plaza estaba una de las tres únicas fuentes que existieron en Borja, hasta 1800. En su origen, en esta plaza existía un abrevador, conocido con el nombre de “Fondaizuelo” o “Fondizuelo”, ubicado en lugar no determinado.

         El Dr. D. Alberto Aguilera Hernández localizó la capitulación realizada el 23 de agosto de 1562, entre el Justicia y Jurados de Borja por una parte y el picapedrero Juan Ibargam, para la construcción de esa fuente en el lugar donde estaba el abrevadero, cuyas piedras fueron reutilizadas.

         En concreto, se señala que el “arca” donde se recoge el agua está junto a la pared del huerto de D. Jerónimo de Vera y que la fuente ha de tener tres o cuatro caños, y los caños los “los ha de recibir un abrevador como el que está allí mismo”. Ha de ser de la profundidad suficiente para poder “hundir dentro del abrevador los cántaros, lo que fueren por agua, como se hace en las Canales”.

         En 1684, el agua sobrante, que hasta entonces se perdía, fue concedida al convento de capuchinos para que hicieran un “surtidor” en la carrera que ahora lleva el nombre de avenida Cervantes. 

 

         La fuente actual, situada en el centro de la plaza, fue inaugurada el 31 de julio de 1887, siendo alcalde D. Tomás Sánchez Saldaña, un ilustre médico borjano que tuvo que hacer frente a la epidemia de cólera de 1885, y volvió a ser elegido alcalde en 1897. Del acto se conservan fotografías y grabados, pues de ello se hizo eco la revista La Ilustración Española.

 

La fuente, fundida en la empresa zaragozana Averly, con un bien labrado pilón en torno suyo, arrojaba el agua por los caños y por los angelotes que la rodean. También funcionaba el surtidor superior, constituyendo motivo de admiración para los vecinos.

 

         Durante mucho tiempo fue el único elemento ornamental de la plaza que, en la fotografía superior tiene un aspecto bastante desolado, sin ningún árbol y con sólo las cuatro primeras farolas eléctricas que se instalaron. 

 

         Más tarde se llegó a cometer el despropósito de utilizar a la propia fuente como soporte para la iluminación de la plaza. En la fotografía puede verse la estructura metálica que se añadió con las tres farolas a las que servía de apoyo. También se aprecian los primeros árboles plantados.

 

         El añadido duró poco, así como algunos de los árboles. En esta nueva fotografía, relativamente reciente, pues ya ha desaparecido el antiguo convento de agustinos y, en su lugar, se alza el edificio de Ibercaja, los árboles sobreviven en uno de los lados y la fuente permanece aislada.

 

         Siendo alcalde D. Jesús Pellicer se procedió a la urbanización de toda la plaza que tenía el aspecto que muchos de nosotros hemos conocido. Fue, en su momento, una obra que tuvo gran impacto y sobrevivió hasta que, durante uno de los primeros mandatos de D. Luis María Garriga, se efectuó la reforma actual y se convirtió toda la plaza en un espacio peatonal.

 


         Esta es la situación actual de la fuente que, en recientes ocasiones, sufrió los efectos del vandalismo, durante dos celebraciones deportivas, provocando la rotura de varios de sus elementos, afortunadamente reparados pronto.


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