En el anuncio de la próxima exposición de Severino de Llanza indicábamos, por error, que se mostrarían grabados, cuando, como nos ha señalado el artista, lo que va a exponer son dibujos realizados con punta de plata, enviándonos datos sobre esta técnica.
El dibujo
denominado a punta de planta comenzó a utilizarse en la Italia del siglo XIII.
Después del Renacimiento, a finales del siglo XV y comienzos del XVI, artistas
como Leonardo da Vinci y Alberto Durero demostraron que se trataba de una
técnica solo para virtuosos.
La aparición
del lápiz de grafito, en el siglo XVII, supuso que la utilización de la punta
de plata fuera cada vez menos y, aunque renació a finales del siglo XIX, en la
actualidad es muy poco usada.
El soporte para su realización puede ser madera, papel o
metal de aluminio, con una preparación que produzca una base sobre la que se
dibuja con el punzón metálico, que casi siempre es de plata, aunque también
puede ser de otros metales. En la antigüedad, la preparación se hacía a base de
huevo molido y un aglutinante, como cola o goma. Actualmente se emplean preparados
tipo gouache blanco o temple opaco.
Lo importante de
esta técnica es el resultado: dibujos de suave y delicada claridad, tacto aterciopelado,
cambios de color (de grises a marrones) imprevisibles, dificultad de conseguir
líneas negras por mucha presión que el artista aplique, líneas que se van acumulando
y no se pueden borrar; y, además, tiene una permanencia mayor que cualquier
otro material artístico. En resumen, delicadez, minuciosidad e inalterabilidad
frente al paso del tiempo.
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