Los clientes
de un conocido establecimiento de Borja se vieron sorprendidos ante la
aparición en la puerta del mismo de un feroz reptil que, inicialmente,
identificaron, por su tamaño, con una anaconda amazónica y, más tarde, con una
venenosa víbora, lo que causó el lógico pavor.
Ante
la fuga de clientes que el ofidio suponía para el establecimiento afectado, su
propietario decidió efectuar una llamada de emergencia a la Policía Local.
Inmediatamente,
ante tan angustiosa petición de auxilio, se desplazó el propio Jefe de Policía
quien, con enorme valentía, procedió a reducir al animal, con la ayuda de la
defensa reglamentaria.
Llegó
después, un conocido naturalista que dio una magistral lección a los
congregados sobre las características de la serpiente, tranquilizando a todos
ya que, en su opinión era muy difícil que pudiera estrangular a ninguno, a
pesar de lo cual se mantuvieron a una prudencial distancia.
Finalmente,
el arrojo del agente permitió introducirla en una caja, debidamente
acondicionada y, dando muestras de su especial sensibilidad en todo lo que
atañe a la protección de la Naturaleza, dado que este tipo de animales gozan de
una especial protección, recurrió a los servicios del Departamento de Medio
Ambiente del Gobierno de Aragón, uno de cuyos funcionarios llevó a cabo la
reintroducción de la serpiente en su medio natural, los huertos próximos al
establecimiento, de los que había salido, atraído, quizás, por las ventajosas
ofertas que se mostraban en sus escaparates.
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