martes, 25 de junio de 2019

Unas presas poco conocidas de Ainzón


         Pedro Domínguez Barrios nos llama hoy la atención sobre una interesante obra hidráulica, en realidad un complejo, existente en el término municipal de Ainzón, que suele pasar desapercibida y a la que no se ha dedicado atención

         Está situada en el barranco de Valdeperillo que, poco después, tras recibir unos arroyos afluentes, se convierte en el de de Huechaseca.




         Esta es una imagen del barranco donde se ubican dos presas, ahora en desuso, cuya datación se desconoce. Pedro nos ha sugerido la posibilidad de que fueran levantadas a finales del siglo XIX por D. Rosendo Mañas, propietario de la finca que, posteriormente, fue de la familia Bordejé.



         El barranco que discurre entre el Alto de la Selva y el Bollón, con poca agua pero mucha vegetación y senderos casi impracticables por su escaso uso, desemboca en esta gran explanada que fue, en su día, el vaso del embalse o pantano.




         Para retener el agua había dos presas. La primera y principal es la que aparece en estas imágenes, parcialmente oculta por la maleza, cuyo lateral derecho aparece derrumbado, al haber sido arrastrado por el barranco en una avenida.



        En esta otra fotografía puede verse la presa inferior, de menor tamaño y parte de la acequia que de ella salía. 




         Pero en el complejo hay también dos sifones. El primero, situado en la desembocadura del barranco, construido en piedra de la zona (arenisca y caliza de Tabuenca en tonos cárdenos) con sus escaleras interiores de ladrillo macizo, el cual permite el paso de un arroyo que salva el cauce del barranco. Un segundo sifón servía como rebosadero de la presa.



         Por otra parte, existe  una casa, situada en la margen izquierda y junto a la presa, que servía de alojamiento para el vigilante de la misma y que recuerda la forma de una pequeña estación ferroviaria.




         Es de planta cuadrada, de unos 8x8 metros, cubierta a dos aguas en sentido paralelo al barranco. Constaba de dos plantas y una falsa.


Se accede por la fachada sur, interrumpiendo un zócalo de mampostería de piedra de la zona, idéntica a la de los sifones. La planta baja estaba dividida en dos estancias por un muro de adobes, y parece que estuvo destinada a mantenimiento y almacén o cuarto de herramientas, mientras que la primera pudo ser la vivienda del guarda.



El piso que dividía ambas plantas ha desaparecido por completo, pero se conservan los mechinales o apoyos de las vigas que indican este nivel.




La planta baja tiene en cada una de sus fachadas y en el centro de las mismas, una aspillera con derrames interiores, que junto con la puerta de acceso eran toda la iluminación y ventilación de la misma.





La planta primera por el contrario, tiene a eje de estas aspilleras, un amplio vano en arco rebajado, y con molduras exteriores, quedando algún resto de las carpinterías. Sobre estos vanos, en los dos hastiales, hay sendos óculos también moldurados, que daban luz a la falsa, de la cual se conservan los maderos del piso y la moldura interior. Las fachadas son simétricas y ordenadas, con sus tres huecos a plomo, y con molduras en los extremos a modo de pilastras, todas ellas estaban enfoscadas, resultando una construcción en pleno campo sencilla pero graciosa, digna de ser conservada.

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