Cuando
en 1705 se tuvo noticia en Borja de que D. Francisco Antonio Sallent Trasobares
había sido nombrado Obispo Auxiliar de Valencia, todas las campanas de la
ciudad sonaron al unísono y se organizaron grandes festejos, entre los que
destacó una corrida de toros, para celebrar el triunfo del que era considerado
un hijo de la ciudad.
Aquí
habían nacido sus cuatro hermanas menores: Isabel, Mariana, Antonia y María
Teresa, todas ellas hijas, como el hermano mayor del médico D. Francisco
Sallent y de Dª. Catalina Trasobares que, probablemente había fallecido a
consecuencia del parto de María Teresa. Cuando en 1675 murió el padre, las
niñas tenían 17, 19, 9 y 7 años, respectivamente, por lo que fueron confiadas a
las religiosas del convento de Santa Clara, en el que fueron profesando, tras
alcanzar la edad necesaria para ello. Una de ellas, Sor Mariana llegó a ser una
notable poetisa, publicando la Vida de Nuestra Seráfica Madre Santa Clara, de
la que se hicieron varias ediciones que hoy se muestran en el museo del
convento.
Mientras
tanto, Francisco había abrazado la carrera eclesiástica y obtenido el grado de
Doctor en Derecho Canónico por la universidad de Zaragoza, en 1674, hasta su
preconización como auxiliar del arzobispo Folch de Cardona en Valencia.
En la
página web de ese arzobispado y en el apartado correspondiente a sus obispos
auxiliares se afirma:
“Nació en Borja (Zaragoza). Doctor en Derecho Canónico por la Universidad
de Zaragoza, de cuya Seo fue canónigo y capellán real. En 1703 pasó a Valencia
como vicario general y judicial del arzobispo Antonio Folch de Cardona
(1700-1724), del que fue nombrado por el papa Clemente Xl, en 1706, obispo
auxiliar. Murió ese mismo año sin haber recibido la consagración episcopal.”
En esa reseña ya
habíamos advertido varios errores. Concretamente, el relativo a su condición de
canónigo y capellán real, pues lo fue no de Zaragoza, sino de la colegiata de
Santa María de Borja, además de Comisario de la Santa Cruzada y Examinador
Sinodal del obispado de Tarazona. Pero, a ellos debemos añadir ahora el de su
lugar de nacimiento.
Cuando
publicamos nuestro Diccionario Biográfico
ya señalamos que desconocíamos el lugar de su nacimiento, dado que no habíamos
encontrado su Partida de Bautismo en Borja, aunque sí estaban las de sus hermanas.
Apuntábamos la posibilidad de que viniera el mundo en Ainzón, pues allí ejerció
como médico su padre, antes de trasladarse a nuestra ciudad para atender la
plaza de su suegro, el Dr. D. Felipe Trasobares, que también era médico.
Nos
llamaba la atención, no obstante, que tras ser ordenado lograra obtener una
canonjía en la colegiata de Santa María, dado que estas plazas, en virtud de la
llamada Bula de Patrimonialidad, estaban reservadas para los nacidos o
bautizados en la ciudad.
Sin
embargo, en la visita efectuada ayer al archivo diocesano de Tarazona, el Dr.
D. Alberto Aguilera Hernández, pudo encontrar, en los cinco libros de la
parroquia de Ainzón, el registro de su bautismo que tuvo lugar en la iglesia de
Ntra. Sra. de Piedad de esa localidad el 13 de agosto de 1653. Le administró el
Sacramento mosén Miguel Sangüesa, imponiéndole los nombres de Francisco,
Antonio, Tiburcio, con lo que definitivamente quedan aclarados dos
interrogantes, el de la fecha de su nacimiento y el del lugar del mismo.
Aunque
el niño vino a Borja con poco más de un año de edad, pues su hermana Mariana ya
nació aquí en noviembre de 1665 y siempre se consideró borjano, lo cierto es
que Ainzón ganó ayer un obispo bautizado en su parroquia.
En el
Museo de Santa Clara se conservan diversos recuerdos de este prelado, como ese
precioso tríptico que, inicialmente, había pertenecido a San Pío V y que regaló
al convento el “obispo Sallent”, como se hace constar en las hojas del mismo.
En
realidad, no pasó de ser “obispo electo”, dado que no llegó a ser consagrado al
fallecer inesperadamente, pocos días después de recibir la noticia de su
designación. Ainzón y Borja perdieron así a un gran valedor, al menos para el
convento de sus hermanas, si hubiera gozado de una vida más dilatada (murió a
los 49 años) y no se hubiera sufrido las consecuencias de la Guerra de Sucesión
en la que el arzobispo Folch de Cardona se decantó por el bando austracista,
muriendo en el destierro.
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