A
las seis en punto de la mañana de ayer, los cofrades de San Sebastián iniciaron
el canto de la Aurora que volvió a interpretarse en los puntos que marca la
tradición.
A
lo largo del recorrido iban sonando los disparos de las viejas armas que, desde
sus inicios, han acompañado todos los actos de la cofradía.
La comitiva la encabezan un cofrade
con campanilla y otro que porta una pequeña imagen del santo que reproduce la
peana procesional del mismo.
No
faltaron puntos de avituallamiento como el que reproduce la imagen en la casa
de los mayordomos que estuvo especialmente nutrido.
El
último canto tuvo lugar en el interior de la iglesia del convento de Santa
Clara a cuya puerta se disparó una salva especial.
Inmediatamente
inició su recorrido el Rosario, precedido por el estandarte de la cofradía, al
que se sumaron numerosas personas.
A
las 8,30 de la mañana, comenzaron a sonar las dianas interpretadas por la
Agrupación Musical Borjana, bajo la dirección de D. Félix Martínez Lahuerta.
Antes de la Celebración Eucarística tuvo lugar la
procesión que estuvo presidida por las primeras autoridades locales, la Junta
de la cofradía y los mayordomos.
También
acompañaron a la procesión los danzantes de la cofradía de San Bartolomé que
formaron cuando San Sebastián hizo su entrada en el templo.
Con
la iglesia completamente llena de devotos, se celebró la Santa Misa, presidida
por D. Jaime Ainaga que, al término de la misma, ofreció a la veneración la
reliquia del santo.
Mientras
el ilustre músico D. Alberto Aguilera, que el pasado sábado estrenó las
primeras vísperas compuestas por él y brillantemente interpretadas por el coro
de las religiosas clarisas, hacía sonar el órgano, en las puertas del convento
nuestro colaborador D. Enrique Lacleta intentaba enmascarar sus acordes con el
último trabucazo que empuñaba con gran estilo, recordando su brillante pasado
militar.
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