Hasta
hace unos días, éste era el estado en el que se encontraba el entorno del azud
o presa de Los Escalerones, cuya fábrica había quedado oculta entre la maleza
crecida en el cauce del Huecha. Pudiera parecer que esta situación fuera la
habitual pero, en fotografías tomadas en el año 1999, que se conservan en el
archivo del Centro, puede verse la zona completamente despejada. Fueron, por lo
tanto, unos años de abandono los que provocaron el crecimiento desordenado de
la vegetación con el consiguiente riesgo, que ya hemos comentado en otros
artículos, para las obras hidráulicas de la zona.
Afortunadamente,
tras los trabajos de limpieza que está llevando a cabo la Concejalía de Obras y
Servicios del M. I. Ayuntamiento, con una ayuda del Servicio Público de Empleo Estatal,
los Escalerones ya pueden verse, aunque las labores prosiguen todavía.
Sin
embargo, el contraste es evidente entre la zona en la que se ha actuado y el
resto del cauce, cegado por árboles y zarzas.
En
el Archivo Histórico Municipal de Borja se conserva un plano de la reparación
efectuada en el año 1855. En aquellos momentos, las aguas del río habían
afectado a la presa, por lo que fue necesario acometer obras urgentes de
consolidación.
En
esta sección se aprecia muy bien la razón de ser de la misma que no es otra que
la de permitir el cruce del río del agua que, procedente de la Balseta, va a
unirse a las del Huecha para formar el llamado río bajo de Sorbán. Por lo
tanto, la obra es un azud, pero al mismo tiempo un acueducto por cuyo interior
discurren las aguas de la Balseta.
Este
es el punto, en el extremo izquierdo de la presa, donde se unen las aguas. Las
de la izquierda son las que han cruzado el río por el interior de los Escalerones
y las de la derecha, las captadas del
Huecha.
Las
obras de 1855 tuvieron como objetivo fundamental proteger la bóveda. El
ingeniero encargado de proyectarlas fue D. Antonio de Lezarri del que está
documentada su intervención en otras de las zonas de Cinco Villas y Pina, así
como en un puente sobre el río Jalón, en el vado de Berbedel.
Para
proteger la presa de los Escalerones propuso tres alternativas: cubrirla con un
enlosado de piedra de sillería; con hormigón; o con asfalto. Sobre esta
última opción afirmaba que era “una invención moderna” que, a su menor coste,
añadía las ventajas de “ser impenetrable al agua e invariable para las
inclemencias”. La Junta de Riegos de Borja se decantó por la primera,
utilizando sillares de piedra procedentes de la Muela Alta. Al mismo tiempo, se
canalizó el cauce del Huecha con una estacada de madera por delante de la presa
y se dispuso una cuadrícula de madera y canto rodado para protegerla de la
erosión provocada por la caída de las aguas.
No
obstante, años más tarde, fue preciso consolidarla. De hecho, junto al
contrafuerte central de piedra de sillería existen ahora otros laterales. El de
fondo es de sillería, reforzada con hormigón en su base, mientras que el más
próximo es de hormigón. Corresponden a actuaciones posteriores, algunas de
ellas relativamente recientes que, en cierta medida, han desvirtuado el aspecto
original de la presa.
Una
de esas intervenciones está datada ya que, en uno de los sillares ahora
ocultos, aparece la fecha de 1881. Todo ello viene a demostrar que un río
aparentemente insignificante, como es el Huecha, ha registrado a lo largo del
tiempo crecidas espectaculares, las famosas “huechadas” que se han llevado por
delante obras hidráulicas y todo lo que, de forma temeraria, había sido
construido dentro de sus dominios, algo que hemos olvidado en nuestra época y
que, tarde o temprano, reclamará el río.
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