Muy
cerca del abejar que comentó hace unos días, siguiendo unos 150 metros por el
mismo camino de los canteros, se encuentra este otro que hoy nos muestra Pedro
Domínguez.
Está
situado en una isleta entre los bancales escalonados de su entorno donde crecen
los almendros. Aunque las fotos no son muy explícitas se trata de un abejar
singular.
Da
la impresión de que la construcción fue replanteada en torno a una gran piedra
natural, semienterrada en el muro del cercado, la cual define el eje de
simetría del abejar.
Está
configurado en dos espacios, un vestíbulo o porche de acceso y el abejar
propiamente dicho, ambos con bancos corridos.
Su
cubierta era “a la molinera”, aunque en la actualidad está completamente
arruinada. En los testeros se aprecian los huecos en los que se empotraban los
rollizos. En este caso, tenían un puente o jácena transversal intermedia, con
apeo reforzado en el muro Norte, mediante contrafuerte ataluzado. En el testero
Oeste había un machón interior para el apoyo del citado puente, como se aprecia
en la fotografía anterior.
Tenía
capacidad para 24 colonias y las tapas interiores eran de argamasa. Todavía se
conserva una de ellas sobre el banco del porche, como se aprecia en una de las
fotos anteriores.
Las
juntas del mortero se han descarnado tanto que, en la actualidad, parece
construido en mampostería a hueso.
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