Descendiendo por el
barranco de Torralbar y ya en la partida de Vulcasacos, se encuentran las ruinas
de este primer abejar que hoy nos comenta Pedro Domínguez.
A pesar de su lamentable estado, se aprecia muy bien
que respondía a la tipología de abejares de espacio único. Un detalle muy
frecuente en ellos es que el muro de las colmenas, no ocupa interiormente toda
la longitud del abejar, sino que deja un espacio auxiliar de trabajo, entre el
final de éste y el muro testero.
El enlucido interior de las colmenas se ha
conservado muy bien. Al exterior, también estaba revocado con yeso, dejando los
orificios de las piqueras y unos ladrillos salientes como plataformas de vuelo.
En la segunda foto de aprecia la puerta de acceso y una ventana que iluminaba
ese espacio de trabajo al que hemos hecho referencia.
De características similares es esto otro que se
encuentra en la ladera del cabezo donde se alza la ermita de San Jorge. También
está en ruinas pero, en la fotografía, se aprecia muy bien la disposición de
las colmenas, dejando un espacio en el que se abre la puerta de acceso, así
como una ventana derramada, con reja de forja, y frailero decorado con un rombo.
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