D.
Jesús Aguilera Viamonte nos ha remitido una copia de las referencias que, sobre
Borja y Mallén, aparecen en los trece volúmenes de la obra Legislación Militar de España, antigua y moderna, publicada entre
1853 y 1856.
El
autor de la misma fue el ilustre militar y erudito D. Antonio Vallecillo Luján
que llegó a alcanzar el empleo de coronel y trabajó incansablemente en la
recopilación de códigos ordenanzas. Junto a sus numerosas obras hay que destacar
sus colaboraciones en las revistas militares de la época y la fundación de un
semanario que se llamó El Archivo Militar.
En
la obra citada, aparecen dos textos referidos a Mallén y Borja que,
aprovechando el envío de D. Jesús Aguilera, nos parece interesante comentar.
El
de Mallén es el fuero otorgado por Alfonso I a los cristianos mozárabes con los
que se pretendió repoblar la localidad que, como todas las de la zona, había
sido reconquistada pocos años antes. El monarca aragonés se encontraba, en esos
momentos, en Novillas, a cuyo primitivo castillo corresponde la foto que,
probablemente, no estaría construido entonces. La razón de incluir el fuero de
Mallén en esa colección de legislación militar se debe a que uno de los
privilegios otorgados, en el mismo, decía así: “quod non faciatis mihi hostes, nec cabalcatas super christianos, nec vos nec
posteritas vestra”, que traducido vendría a ser: “que no tengáis
obligación de ir en hueste ni de hacer cabalgada contra cristianos, ni vosotros
ni vuestros descendientes”.
Es una pena que aquella repoblación
con cristianos andaluces no llegara a buen término y hubiera que dar nuevo
fuero, algunos años después, pues los vecinos de Mallén podrían haberse
“librado” del Servicio Militar, acogiéndose al privilegio del Batallador. Claro
es que, sólo los destinados a la península, por aquello de “super christianos”.
El documento que hace referencia a
Borja es una carta de Felipe II, entonces príncipe heredero todavía, fechada en
Valladolid el 22 de febrero de 1544, dirigida al “Ilustre conde, pariente y
Lugarteniente y Capitán General de la Cesárea y Real Majestad del Emperador” en
Aragón. El ilustre personaje que reunía esos títulos, en aquellos momentos, era
D. Pedro Martínez de Luna, conde de Morata que era el virrey.
La carta de D. Felipe venía motivada
por una reclamación presentada por D. Andrés de Maella, “capellán de Su
Majestad y de la Capilla Real que está en el castillo de la ciudad de Borja”,
quejoso porque, tras la conversión forzosa de los moriscos, acaecida poco
antes, los canónigos de Borja y Tarazona se habían apoderado de las rentas de
su capellanía, de tal manera que, según afirmaba, no le quedaba “sino el nombre
de capellán de la dicha capilla”.
La existencia de una capilla en el
recinto militar del castillo era conocida, aunque nunca se ha podido
identificar el lugar donde estuvo emplazada. De hecho, se han relacionado con
la misma los capiteles que se muestran en el Museo Arqueológico, procedentes
del Cinto.
Lo que ocurre es que de este tipo
existen bastantes ejemplos en diversos puntos de la ciudad e, incluso, en
localidades cercanas como Agón. Por otra parte, en el propio Cinto puede verse
una gran columna con un capitel de estas características, embutido en el muro
de uno de los edificios.
La capellanía a la que estamos
haciendo referencia terminó siendo integrada en la colegiata cuando su
primitiva función había quedado relegada en el olvido.
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