viernes, 12 de julio de 2013

Obras en nuestros museos: La Edad del Bronce en el valle del Huecha


La Edad del Bronce es uno de los periodos mejor conocidos de la Prehistoria en Borja y su comarca. El Museo Arqueológico le dedica dos vitrinas, la primera sobre la Muela de Borja ya quedó explicada en la entrega anterior, y ahora le toca el turno a la vitrina nº 4 en la que se exhiben materiales de entre los siglos XVIII y X antes de Cristo, procedentes de diversos lugares del valle del Huecha.



Durante la Edad del Bronce hay una notable ocupación de todo el territorio con poblados de diversos tamaños y en diferentes emplazamientos. Es en esta época cuando comienzan a situarse aldeas en escarpados y altos cabezos como la Peña de la Armas de Tabuenca  o Peña Ventana en Talamantes, mientras que en el valle medio del Huecha también se ocupan pequeños cerros como el Cabecico Aguilera en Agón o zonas prácticamente llanas, como el poblado de Siete Cabezos en Magallón.






Las cerámicas ahora son lisas o decoradas con rugosidades, desaparecen las ornamentaciones campaniformes que veíamos tan abundantes en el Calcolítico (vitrina 2). Ahora se trata de grandes cazuelas de perfil quebrado o carenado, cuencos, tazas, y tinajas con cordones digitados, cuyas mejores representaciones las tenemos en el citado poblado de Magallón.



Un interesante fragmento procede del Cabecico Aguilera de Agón y nos muestra la impronta de un rodete de esparto que sirvió como base para modelar una vasija, tal y como sucede en algunas manufacturas de alfarería actual donde no se usa el torno.




Una actividad importante que se realiza en los poblados y de la que tenemos evidencias es la metalurgia del bronce. El valle del Huecha posee en su tramo alto como en Litago y en zonas aledañas como en Tabuenca, mineralizaciones superficiales de carbonatos de cobre que son susceptibles de haberse empleado como fuente de materia prima en la Prehistoria, si bien no hay evidencia arqueológica de ello, por ahora. Sin embargo, en los poblados no son raros lo pequeños objetos hechos a base de este metal, las  puntas de flecha de pedúnculo y aletas son las piezas más comunes. Hay que destacar el conjunto metalúrgico de Siete Cabezos donde han sido halladas piezas manufacturadas, restos de un crisol con adherencias metálicas y un molde para la fundición  de cinceles. Los análisis hechos a los objetos y al crisol demuestran que se trabajaba auténtico bronce, es decir con adición de estaño. 



Sin embargo, la industria lítica sigue siendo utilizada, sobre todo en lo que a elementos dentados para hoces se refiere que venían mostrando su eficacia desde el Calcolítico.



No obstante, la base de la economía era agrícola y ganadera con predominio del cereal: trigo y cebada. La cabañera ganadera se centraba en la cría de ovejas y cabras con el complemento de las vacas. Poco sabemos del mundo funerario en esta zona para la Edad del Bronce. Hay algunos ejemplos del uso de la cuevas en las áreas más rocosas, por lo que hemos de fijarnos en yacimientos cercanos de Tauste o Épila que nos muestran que el rito funerario más extendido es el de la inhumación de uno o varios cadáveres plegados en pozos que se situaban dentro de los mismos poblados o en sus aledaños, pero sin formar verdaderos cementerios.
Toda la región y buena parte de la Península Ibérica denota una decadencia a finales del segundo milenio antes de Cristo que desemboca en el abandono de la mayoría de los poblados conocidos que nunca más se volverán a habitar. En próximas entregas seguiremos recorriendo este interesante museo, de la mano de Isidro Aguilera, autor de los textos, y de Enrique Lacleta que realiza las fotografías.

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